martes, 12 de febrero de 2019

¿Qué nos hace falta? parte 17


EL EXCESO DE ESTIMULACIÓN EN EL MARCO FAMILIAR

Aunque considero que el conflicto narcisista es un producto de la civilización occidental, también creo que la persona narcisista es un producto de una situación familiar nociva, en la cual se seduce al niño para establecer una relación especial con uno de los padres. Mediante la intimidad que esa relación confiere, el niño está expuesto a los sentimientos y la sexualidad de los adultos, lo cual lo estimula de más. Es posible que uno de los padres se dirija al hijo en busca de simpatía y comprensión y que incluso comparta con él sus sentimientos de frustración con el otro cónyuge. ¿Qué capacidad tiene un niño para manejar demandas emocionales tan fuertes? La afilcción de los padres es siempre excesiva para los hijos. No hay nada que el niño pueda hacer.

La tensión marital está compuesta generalmente por las vejaciones, disgustos y frustraciones que hubo en la infancia de ambos cónyuges. Incapaz de responder a la aflicción que uno y otro cónyuge sienten, la pareja puede dirigirse a sus hijos en busca del amor que no obtuvieron de sus padres.
Lo único que el niño puede hacer es no exigir nada, es decir, reprimir sus propias necesidades y sus sentimientos para no hacer que su madre o padre se sienta culpable por su falta de atención.

Los sentimientos que una situación como ésta provoca en el niño son el dolor, la tristeza y el enojo, tanto hacia sí mismos como hacia sus padres. Si sintiera completamente, gritaría su dolor, lloraría su tristeza y golpearía con furia destructiva. Pero no lo hace, eso sería una locura. Su solución es ponerse una coraza, tensar los músculos corporales de tal manera que sea imposible la expresión de cualquier sentimiento.
En muchos casos el cuerpo no está protegido por una coraza en el sentido de una rigidez total. Pero hay una banda de tensión en la base del cráneo, lo que sirve para separar la percepción de lo que ocurre en el cuerpo.

Sin embargo, creo que el verdadero exceso de estimulación es de tipo sexual. Alice Miller, una destacada psicoanalista europea comenta: Un padre que se crió en un medio desfavorable a los impulsos instintivos tal vez se atreva por primera vez a ver debidamente los genitales femeninos, juegue con ellos y se sienta excitado al bañar a su hija pequeña. La madre (que teme a los genitales masculinos) tal vez ahora sea capaz de controlar su miedo en relación con su hijo pequeño. Por ejemplo, después de bañarlo, podría secarlo de tal manera que tuviera una erección que para ella no representa un peligro ni una amenaza. Tal vez de masaje al pene de su hijo hasta que llegue la pubertad con el fin de “curar su fimosis”. (Estrechez del orificio del prepucio).
Hay que recordar que el niño que es estimulado sexualmente por uno de sus padres no tiene ninguna posibilidad de descargar la excitación.

Hoy en día, casi todos los niños están expuestos a demasiada estimulación sexual tanto en el hogar como en el ambiente. Demasiados niños crecen con demasiada rapidez.
Los cuerpos de muchos hombres jóvenes manifiestan un cierto grado de inmadurez que contrasta con una expresión facial de más edad. Viejos y jóvenes a la vez, con un buen desarrollo intelectual, pero emocionalmente inmaduros. Se estancaron emocionalmente en su infancia porque les impidieron desarrollarse. Perdieron en una etapa demasiado temprana su inocencia infantil y con ella la oportunidad de una existencia feliz y sin preocupaciones que les hubiera permitido una maduración lenta y natural de sus facultades.

Los niños necesitan que los dejen solos para jugar por el solo placer de jugar, sin ningún propósito ulterior como el aprendizaje. Y ellos perciben las expectativas paternas, sean o no explícitas. Es muy frecuente que los padres sólo presten atención a los logros de su hijo, a los signos de que va a destacar como alguien “especial” en la vida. Nadie está libre de las fuerzas culturales. En el mundo occidental, orientado al éxito material, el fracaso constituye el pecado capital.

MUY POCA ATENCIÓN EN LA INFANCIA

Otra razón de la presión que se ejerce sobre los hijos para que crezcan rápido es el deseo que tienen los padres de liberarse de la carga de tener que estar siempre allí para el niño.
La ausencia de la madre tiene realmente un efecto negativo en el hijo, pues la madre constituye el primer contacto con el mundo, especialmente cuando se amamanta al niño. No creo que el padre pueda substituir a la madre en este aspecto; su cuerpo carece de la cualidad de suavidad que el de ella posee.
Es importante no dejarse atrapar por el narcisismo de nuestra civilización, el cual identifica la satisfacción personal con el éxito mundano. De este éxito puede obtenerse una satisfacción para el ego, pero no se satisfacen las necesidades básicas de la persona ni su potencial como ser humano. Las necesidades básicas son necesidades del cuerpo y sólo pueden satisfacerse en el ámbito corporal. Las necesidades básicas son respirar libre y profundamente, comer con buen apetito, dormir cuando estamos cansados y hacer el amor con un deseo apasionado. ¿De que sirve tener éxito, lograr renombre, si uno está enfermo y miserable en su ser interno?

Es narcisismo pensar que sólo estaremos satisfechos cuando utilicemos nuestras mentes. Si el uso de las piernas para caminar, de los brazos para abrazar, de los ojos para ver y de los labios para besar no nos producen placer, no podemos decir que estamos satisfechos, sino todo lo contrario.
La persona encuentra su verdadera realización en el ser, no en el hacer, en ser una persona que mediante sus buenos sentimientos puede hacer que otros se sientan bien igualmente. Nuestro logros son el betún del pastel, la salsa de la carne. Sólo los narcisistas confunden el aderezo con la comida.

Mi razonamiento es que si no satisfacemos las necesidades de nuestro hijos, los predisponemos a un conflicto narcisista de la personalidad.
Los niños necesitan que los críen con amor, apoyo, cercanía y contacto con el cuerpo de su madre para desarrollar un yo íntegro y seguro. También necesitan de atención y respeto para sus sentimientos con el fin de tener un firme sentido del yo. Si esto es deficiente, el niño  tendrá un sentimiento de insatisfacción que proseguirá en su vida de adulto. Si la madre considera que las necesidades y exigencias de su hijo son un obstáculo para su realización personal,  entonces se le dificultará satisfacer las necesidades de su hijo. Y así, el problema de la insatisfacción va pasando de generación en generación. 

Las condiciones mismas de la vida moderna tal vez obstaculizan una crianza adecuada. Hay poco espacio y tiempo en la atareada vida de una madre para sus sentimientos o los de sus hijos. Los viajes, compras u otras actividades son más importantes que sus sentimientos.
El principal efecto que una crianza poco cuidadosa tiene en el niño es la supresión del sentimiento de anhelar, específicamente, anhelar el contacto con el cuerpo de la madre, el cual representa para él amor, ternura y seguridad. Se reprime el sentimiento porque es demasiado doloroso desear urgentemente algo que no puede tener. Sin embargo, sin este sentimiento es difícil llegar a sentir cercanía e intimidad física con otro ser humano. Todos los narcisistas tienen este problema, y no puede resolverse en tanto no se reactive el sentimiento de anhelo. Este sentimiento se expresa cuando se tienden los brazos para abrazar a alguien y se pronuncian los labios para besar a esa persona.

El succionar constituye anhelar en su nivel más profundo, porque succionar es aceptar. Cuando respiramos, succionamos aire. Si se inhibe la succión, se altera la respiración, se vuelve superficial en vez de completa y profunda. Mucha gente reduce su capacidad respiratoria porque la respiración profunda brinda energías al organismo y conduce al sentimiento. La forma más inmediata de impedir el sentimiento consiste en aguantar la respiración.
Cuando se hace que los pacientes respiren profundamente succionando aire con la garganta, es posible que de manera espontánea prorrumpan en sollozos profundos. En ocasiones, también sienten el dolor de un anhelo frustrado en sus gargantas.

Como hemos visto, demasiada estimulación y demasiadas exigencias hacia un niño, aunado a muy poca atención y apoyo, incrementan el riesgo de un conflicto narcisista severo. Desafortunadamente, esa es la dirección que ha tomado la civilización moderna en lo referente a la crianza de sus hijos. Parece que entre más activa se vuelve la civilización, menos tiempo hay para los hijos, los cuales, entonces, tienen carencias. Eso constituye un círculo vicioso, porque los niños con carencias buscan su satisfacción mediante una actividad incesante que los deja más frustrados. ¿Sorprende entonces que tanta gente participe tanto en la lucha por el poder del mundo exterior que no disponga de tiempo para sentir?  Otra forma consiste en recurrir a los estupefacientes, una forma de insensibilizar el cuerpo y suprimir el dolor.

Cierto que muchas mujeres trabajan por necesidad. Pero muchas mujeres trabajan porque quieren un nivel de vida lujoso. Por supuesto, a la gente le gustaría tener lo que otros tienen, y su autoestima se resentiría si no pudieran competir con sus vecinos. Este deseo es la fuerza que alimenta a una civilización narcisista que, a su vez, despoja a la vida de su significado y su dignidad y crea personas narcisistas.
Afortunadamente, la gente tiene el potencial de responsabilizarse de su vida. Si cada uno hiciera eso, la sociedad cambiaría. Es más, si sólo una persona lo hace, no estamos perdidos. El primer paso consiste en reconocer la enajenación de nuestros tiempos.

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