martes, 27 de junio de 2017

Cuenta Contigo, parte 9


9
Elige tu once titular

Si caminas solo, irás más rápido. Si caminas 
acompañado, irás más lejos.

Proverbio chino

Lo que sea que necesitemos para caminar lejos, son nuestro once titular. Hay jugadores con los que cuentas siempre porque permiten jugar a lo que deseas. Y no me refiero solo a personas, sino a las pequeñas cosas que forman parte de mis prioridades diarias que nos hacen felices.

                                                                 Momento libreta…
Juguemos a si tuvieras que quedarte solo con once cosas o personas, ¿cuál sería tu once titular? Olvida si hay enchufes, electricidad… solo fantasea.
Se me ocurre…

1. Mi familia

2. Libros

3. Hacer deporte

4. Comida saludable, mucha fruta y verdura

5. Las redes sociales

6. Mis amigos

7. Un ordenador

8. Billetes para viajar y descubrir muchas cosas

9. Mi trabajo

10. Marcadores  y post-it

11. Música


No es tan fácil. Hay quien no consigue llegar a once y otros que les faltan números. Hacer la lista es una toma de decisiones. Te permite reflexionar sobre si le estás dando el tiempo suficiente a lo que da sentido a tu vida. Si quieres despejar esa duda, te propongo hacer el siguiente ejercicio.

                                                                   Momento libreta….
Lleva un diario durante dos semanas en el que debes apuntar todo lo que haces desde que te levantas hasta que te acuestas, y al final del día marca esas actividades en marcador fluorescente, con tres colores diferentes. Uno para marcar las obligaciones, otro para señalar las actividades que disfrutas y un tercero para distinguir lo que es una obligación disfrutada. Al final de la semana será fácil saber cuanto tiempo dedicas al deber y cuánto al que te divierte. Puedes dejar sin marcar aquellas actividades que no encajen en ninguna de las tres categorías.

Observa el ejemplo siguiente, en el que la distribución de los colores es: amarillo (A)= obligaciones; turquesa (T)=disfrute; verde (V)=obligación disfrutada.


Lunes 5 de octubre
7.00         Me levanto y me arreglo.
7.30   (A)  Preparo el desayuno para la familia.
7.35   (A) Despierto a mis hijos.
8.00   (A) Salimos de casa y los llevo al colegio.
8.45   (A) Entro al trabajo.
11.30 (V) Desayuno con un cliente.
14.00 Salgo a comer media hora.
14.30  (A)  Sigo trabajando.
18.00 Salgo de trabajar.
18.30  (A) Llego a casa. Recojo cosas, ordeno, veo pendientes.

19.30  (A) Reviso las tareas de los dos pequeños.
20.30  (A) Recojo al mayor en el fútbol.
21.00  (A) Preparo la cena y mando a bañarse a todos.
21.30  (T)   Cena con la familia.
22.00 (A)    Recojo cena y cocina.
22.30 (T)   Se acuestan, los arropo y doy besos.
22.40 (A)  Reviso un correo pendiente.
22.55 Me siento y veo lo que pongan en la tele, me da igual, estoy agotada.

Analiza ahora qué actividades has dejado sin color, es decir, que son neutras, cuáles has marcado como una obligación y que podrías reconvertir en momentos de placer.
Con este ejercicio, muchos hombres y mujeres toman conciencia de que la vida pasa rápidamente, y no dedican casi nada de su tiempo a su bienestar, a ellos mismos y a lo que les hace disfrutar. Esta sensación de ir viviendo según les arrastra la corriente les genera una apatía que, incluso tareas que podrían ser placenteras, como llevar tus hijos al colegio o recogerlos del fútbol, se convierten en una obligación más.

Y así, miran pasar los años con la sensación de ir corriendo, pero sin disfrutar de lo que van haciendo. La vida pasa demasiado rápida cuando no tienes tiempo para dedicarte a lo que te gusta o cuando lo aprovechas mal.

Ahora analicemos si a tus prioridades les dedicas el tiempo que te gustaría dedicarles. Si no fuera así, pon en la siguiente columna que solución se te ocurre. Es hora de tomar decisiones y cambiar hábitos.

                                                      Momento  libreta….

Mi once titular       ¿Le dedicas el tiempo que te gustaría?                    ¿Cómo podría solucionarlo?
1. Mi Familia           Todos los días, pero me gustaría hacer más.    
                               Se me ocurren muchas cosas que, por falta de
                                planificación, no llevo a cabo.

2. Libros, leer         Lo hago todos los días. Lo he conseguido dejando
                               otras tares al margen. Leo antes de dormir, entre paciente
                               y paciente y en el trayecto del tren. Me siento bien.
 
3. Hacer deporte Si, también le hecho hueco. Solo tengo que levantarme un
                                 poco antes. Da un poco de pereza, pero a la vuelta me
                                 siento tan gratificada, que ha valido la pena.


Muchas personas dicen no ser felices a pesar de tenerlo todo. Pero ocurre que no hay una relación directa entre la felicidad, y un nivel socioeconómico
alto. Porque gran parte de la felicidad no está en lo que uno posee, sino en cómo se utiliza y el tiempo que invertimos en lo que nos hace sentir bien. Si tienes una vajilla preciosa, pero tienes miedo de romper los platos si la utilizas, es como si no tenerla. Y si tu once titular es aquello a lo que jamás renunciarías pero no le estás dedicando tiempo, es como no tenerlo, a pesar de que esté al alcance de tu mano.

Así que trata de programar tu vida para que exista un equilibrio entre lo que tienes que hacer y lo que te gusta. Y si pudieras lograr coincidir ambas opciones, todavía mejor.
Tu felicidad depende de tu equilibrio. Esto implica saber ordenar y gestionar tu tiempo. Y si no te preparas para tenerlo, las circunstancias te obligarán a ello. Anoto a continuación algunos ejemplos:

¿Qué ocurre después de un periodo agotador de exámenes? Hay personas que se sienten rendidas, y tras los exámenes enferman y se sienten deprimidas. El cuerpo y la mente están emitiendo señales: el cansancio, la tristeza o las infecciones son signos de que se han puesto al límite y sus emociones les están obligando a descansar.

Cuando llevas la dieta al extremo, terminas un día por darte un atracón. Tu cuerpo necesita calorías, te deprimes e incluso lloras. Cuando tensas la cuerda de la fuerza de voluntad, y no consumes los nutrientes que tu cuerpo necesita, este  te devuelve un bofetón y te pones tan triste que necesitas ingerir azúcar para alegrar un poco el cerebro.

¿Y cómo te sientes cuando acabas la liga? Muerto. Pero si tuvieras que jugar la liguilla no te sentirías muerto. Sacas las reservas porque sabes que es necesario. El cuerpo y la mente saben cuáles son tus circunstancias. Y cuando interpretan que se pueden relajar, lo hacen. Tienden al equilibrio.

Por todo ello, es necesario que dejes de forzar situaciones y aplazar placeres, y que, desde este momento, juegues la partida de la vida con tu once titular. Estas son las reglas del juego para el partido.

1. Necesitas hacer hueco y organizar la agenda. Es imposible tener tiempo cuando todo está saturado. Y a veces es así porque no nos desprendemos de viejos hábitos. Revisa cada una de tus actividades, piensa a qué podrías renunciar y mete en tu agenda algún jugador titular.

2. Sin remordimiento, te lo mereces. Dedicarte tiempo a ti no es sinónimo de quitárselo a tu familia o amigos. Hay tiempo para todo.

3. Necesitas estar bien y realizar cosas que te satisfagan para contagiar tu energía a los demás. Cuando renuncias a tu once titular, también estás rechazando el disfrute, tu estado de equilibrio. Y es imposible estar a gusto con otras personas si no lo estás contigo mismo.

4. No eres el último de la fila y tus necesidades tampoco lo son. Cada semana hay un contratiempo. Cuando no hay que llevar a un niño al dentista, hay una reunión fuera del horario de trabajo. Valora si es urgente y no ningunees tus cosas por atender a los demás. Si de verdad es necesario, pues bien, hazlo; si no, priorízate.

5. Aprende a decir “no”. La persona que te pide un favor, cuenta con un “no” como posibilidad de respuesta. Eres tú quien interpreta que decir “no” es descortés. Pero te equivocas.

6. Delega. Es imposible hacer más cosas si todas las haces tú. Es imposible hacer hueco si no dejas que otros te ayuden.

7. Mide tu tiempo en calidad más que en cantidad. Tus hijos no necesitan que estés con ellos toda la tarde mientras ellos hacen sus deberes. Pero cuando revises sus tareas y compartan la cena estés de buen humor para poder escucharlos. Y que el momento sea divertido.

8. Aprende a respetarte. Tu tiempo es parte del respeto que te tienes a ti mismo.

9. Educa a la gente. Pon límites: apaga el teléfono a una hora en la que no necesitas estar disponible. Los límites los marca un teléfono no contestado, una puerta cerrada o cualquier señal que indique a otros que no estás. Poco a poco la gente sabrá que para hablar contigo tienen que hacerlo antes de una hora determinada, o que de nueve a diez estás en el gimnasio. Solo tienes que probar.

10. Practica tus “innegociables”. Cuando sales de la zona confortable y empiezas a dedicarte tiempo, puede que se te olvide al día siguiente. Recuerda tener la obligación de hacer cosas que te hacen feliz, y entrenarlas. Debes saborearlas, con atención plena. Son momentos buenos para ti y para los que te rodean

Tu has decidido que estos once son los titulares con los que siempre saldrás a jugar. La vida es un juego. Según mi escala de valores, para ganar no necesitas acumular más dinero, sino más momentos inolvidables. Jugar con tus innegociables hará que participes con éxito y puedas ganar la partida de tu vida. Esto se llama “coherencia”. deja que esas pequeñas cosas te rodeen, te hagan feliz y te emocionen a cada momento. 

lunes, 19 de junio de 2017

Cuenta Contigo, parte 8


8
El sentido de lo que haces

He encontrado el significado de mi vida ayudando a
los demás a encontrar en sus vidas un significado.

Viktor Frankl

He leído la biografía y parte de la obra de Viktor Frankl. Él sobrevivió a los campos de concentración nazis, donde fue sometido a todo tipo de vejaciones, humillaciones y trabajos forzados. Cuando fue liberado, su familia había muerto. Regresó a Viena sin nada. Antes de la persecución nazi, ya era un joven brillante, colega de los afamados psiquiatras Sigmund Freud y Alfred Adler y jefe del departamento de Neurobiología del Hospital Rothschild.

No se dio por vencido, encontró trabajo y empezó a escribir. Y a partir de ahí se convirtió en un referente en el mundo entero, no solo por su logoterapia, sino también por su experiencia vital. Publicó más de treinta libros y fue doctor honoris causa por veintinueve universidades. Murió con 92 años.

En sus libros manifestó que en varias ocasiones, en los campos de concentración, se le pasó por la cabeza acabar con su vida. ¿Por qué no lo hizo? En su obra se pueden obtener algunas claves: tener esperanza, fijarse una misión, soñar, elegir las emociones, conservar el sentido del humor, mostrar curiosidad, sentir aceptación, preservar la vida espiritual, no renunciar al amor y mantener la libertad interior.

Esperanza

Tener esperanza nos mantiene vivos porque nos lleva a pensar que hay un futuro mejor. Cuando pierdes tu empleo o a tu pareja, no solo tienes que gestionar las emociones durante el proceso, sino que debes fantasear  con el tipo de vida que deseas para el futuro. Las ilusiones activan en nosotros una fuerza interior que nos permite soportar el sufrimiento del presente.

Una misión

Viktor Frankl, durante su confinamiento, se dedicó a investigar y retener en su cerebro -dado que sus escritos fueron destruidos- cómo afectaba la vida de un campo de concentración a la psicología de las personas.
Tener una misión es tener un norte. ¿Cuál es el tuyo? Quizás sea formarte mientras esperas otra oportunidad, o mejorar una marca para tener una beca.

Soñar

Los recuerdos agradables son capaces de aliviar el alma. En el caso de Viktor Frankl, los recuerdos de una cama, de tener ropa limpia o de un baño caliente eran suficientes para que se sintiera bien.
Muchos son los deportistas que durante una lesión visualizan mentalmente jugadas exitosos, recuerdan partidos y se emocionan con lo que ahora no pueden tener. Este ejercicio les fortalece la seguridad y, a la vez, trabajan la atención, su toma de decisiones, su memoria deportiva y su concentración. Soñar con volver a ser el mismo y verte en tu mejor forma da sentido a la rehabilitación de tu lesión.

Elegir tus emociones 

El horror del día a día en el campo de concentración convertía la atrocidad en algo normal. Frankl lo llamó anestesia emocional.
En nuestra vida confortable, elegir nuestras emociones permite escoger nuestras batallas. Debemos dar importancia a lo que tiene sentido y alejarnos de lo que no. Sucumbimos a discusiones o a personas tóxicas o perdemos los nervios en situaciones que no lo requieren. Elegir tu estado emocional permite vivir de forma intensa y positiva en los momentos decididos y distanciarte de aquello que no te aporta nada. A ti te podrán robar momentos de tu vida, pero la forma en que quieres vivirlos la eliges tú.

Sentido del humor

Nadie se creería que en un campo de concentración podía haber lugar para la risa. La risa es un protector de la salud mental.
En los momentos más macabros de nuestras vidas siempre aparece el humor. Es una respuesta que nos ayuda a sobrevivir. ¿Recuerdas los momentos graciosos en un velatorio? La risa nos protege del miedo y nos da una visión alternativa de la realidad.
¿Recuerdas la película La vida es bella? Ese padre consiguió que su hijo sobreviviera utilizando el humor y el juego. Encontró el sentido a su estancia en medio del horror. (94)

Curiosidad
 
El interés por saber más. La curiosidad mantiene activa, atenta y despierta la mente. Cuando algo te despierta el interés, la mente fantasea con hacer algo distinto, con obtener experiencia de un momento nuevo.
Cuando mis pacientes me dicen que se desconcentran, o que los entrenamientos les parecen duros, trato de que sean curiosos: ¿qué supone aprender esta historia, o que siento en este ejercicio, en qué medida mejorará mi rendimiento? Tener curiosidad y confiar en lo que haces es bueno para ti, da sentido a los momentos más extremos.

Dejamos de dar valor y sentido a muchos de nuestros hábitos y actividades porque se han convertido en parte de nuestra “normalidad”. Si lo hicieras todo por primera vez, o si te comportaras como si fuera la primera vez que pisas, por ejemplo, un campo de primera división, ¿con qué ojos lo mirarías?, ¿qué crees que sentirías?

Aceptación

Viktor Frankl dice en El hombre en busca de sentido: “Me abandoné sin resistencia al curso de los acontecimientos; un comportamiento que repetí en varias ocasiones durante mi internamiento”.
Aceptar aquello que no depende de ti permite ahorrar energía física y mental para invertirla cuando la necesitas. Quejarse, enfurecerse o victimizarse no le habrían proporcionado más que reprimendas o incluso, la muerte.

¿Cuántas veces te quejas al día, cuánto tiempo pierdes en criticar, y rechistar por aquello que no tiene remedio? Además, cada vez que te quejas, te “avinagras”.

Vida espiritual y creencias religiosas

Se necesita la fe, en lo que sea, en ti, en Dios, en un futuro… porque la fe permite sobrevivir en un estado en el que te encuentras muerto en vida. La fe está relacionada con la ilusión y con la esperanza. Perder esta última hará que dejes de invertir la fuerza que necesitas para alcanzar tus metas.

El amor

Viktor Frankl decía que fue en el campo de concentración donde llegó a entender la poesía y el pensamiento filosófico sobre el amor. “La salvación del hombre solo es posible en el amor y a través del amor”, escribió.
El amor por las personas y por lo que hacemos, la pasión que sentimos, son una fuente de satisfacción y felicidad, y ese sentimiento puro da sentido a la vida. El amor y la pasión caminan de la mano.

Libertad interior

Viktor Frank podía estar sometido a las órdenes y humillaciones de los guardias de las SS pero era libre de interpretar el entorno a su manera. Él decía que, incluso en esas circunstancias, las personas son capaces de elegir un camino, de conservar su dignidad y no abandonarse a la muerte.

Tu decides, incluso en las condiciones más extremas, quien quieres ser. Hay personas que son capaces de obtener un aprendizaje, una lección de vida, de una vivencia traumática. Encuentran sentido al sufrimiento, porque, si no lo hacen, su vida pierde sentido.
Mientras dura el sufrimiento, es muy difícil encontrar sentido, lo mejor es aceptarlo. Pero el sentido aparece más tarde, miras atrás y empiezas a encajar les piezas. Siempre puedes elegir derrumbarte o superar la situación.

Todos pasamos por esa parte aparentemente injusta de la vida que te golpea sin esperarlo. Nos gusta creer que ser buena persona nos lleva a una vida placentera, pero estamos equivocados. Porque el destino, las circunstancias y el azar también juegan sus cartas, y no suelen contar con tu opinión para tomar decisiones.

Frankl siempre preguntaba a sus pacientes cuando se encontraban deprimidos: ¿Y usted, por qué no se ha suicidado?; y la respuesta a esa pregunta era la clave, el sentido de sus vidas.
En este capítulo no pretendemos, como Frankl, buscar el sentido de la existencia humana. Pero sí darle importancia al sentido que tiene para nosotros los pasos que damos, las decisiones que tomamos, los cambios con los que nos queremos involucrar. Porque cuando algo tiene sentido, posees motivación.
Cuando hallas el sentido, el porqué, no necesitas tirar de tanta fuerza de voluntad ni de tanto sufrimiento.

Frankl quiso transmitir a las personas desesperadas que “en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Piensa por un momento quién te necesita, tus hijos, tu pareja, tus amigos o tus padres. O qué están esperando de ti en tu club o en tu trabajo. Siempre hay alguien que te necesita. Es un motivo generoso y altruista para seguir luchando.

Es triste comprobar como la sociedad en la que vivimos no cultiva la pasión y los valores, pero si lo hace con las compras, las marcas la eterna juventud y otras superficialidades que dejan vacía el alma. Son muchos los jóvenes que no saben qué estudiar, que no leen, que viven sin apasionarse de nada.

El sentido está relacionado con la pasión, con aquello que nos arrastra y nos despierta. En un estudio se preguntó a estudiantes universitarios qué deseaban para el futuro. Los que respondieron ganar dinero o tener prestigio resultaron, con el tiempo, tener peor calidad de vida que los estudiantes que contestaron que su deseo era dedicarse a una profesión que les fascinara. Estos segundos habían encontrado el sentido. (99)


                                       Momento libreta…
Trata de ver que quieres conseguir y por qué hasta ahora no lo has logrado. Quizá la meta no era motivadora, quizá no le has encontrado el sentido. Analiza cada uno de los puntos tratados e indaga cómo puedes desarrollar los que consideres que tienes más débiles.

Decía Nietzche que: el que tiene un porqué vivir, puede soportar casi cualquier cómo.



martes, 13 de junio de 2017

Cuenta Contigo, parte 7


7
La terapia de Teresa de Calcuta

Criticar es más fácil que imitar.

Anónimo 

Imitar es la forma más sincera de elogiar.

Anónimo

Hay personas con carisma, sabiduría, habilidades sociales y rapidez mental para tener una respuesta ingeniosa en cualquier momento, que son además bondadosas, cariñosas y risueñas, y que se esfuerzan, escuchan y son inteligentes, resilientes, pacientes y muchas buenas características más. Estas personas nos dejan huella. Anhelamos esas cualidades.
Las personas aspiramos a objetivos no solos profesionales. Nuestra forma de ser también es susceptible al cambio. Podemos comportarnos como deseemos, siempre y cuando no invadamos el territorio de los demás. Hay ciertos rasgos de nuestra personalidad que tienen unas raíces más biológicas, pero eso no significa que no podamos entrenar otras formas alternativas de conducta. (80)

En la receta del cambio necesitamos dos ingredientes importantes: la transformación, qué queremos ser, y un método de aprendizaje, cómo lo vamos a lograr. No vamos a entretenernos en borrar lo que ahora tienes, solo vamos a sustituirlo  por lo que te apetece tener. La trasformación la eliges tú, y el método te lo presto yo. Se llama “aprendizaje por imitación” . A los niños les fascina: copian lo que ven, oyen, sienten y prueban.
Deberás desarrollar la convicción, elegir tu objetivo, fomentar la observación, practicar la imitación y, para afianzar tu habilidad, poner en práctica la repetición.

Convicción

Fue Albert Bandura quien dio rigor científico al aprendizaje por imitación. Nuestro cerebro posee unas neuronas especiales llamadas neuronas espejo, que facilitan la empatía con lo que vemos y con lo que sienten los demás y nos permiten copiar y reproducir. Muchos deportistas perfeccionan sus habilidades técnicas observando a sus modelos favoritos. Lo que ven queda grabado en sus mentes, lo retienen y, luego en la cancha, lo visualizan y lo repiten.

Las neuronas espejo son maravillosas, nos permiten entender las emociones de los demás y, además, nos ayudan a copiar las acciones que realizan otros. Por supuesto, no lo copiamos todo. Solemos imitar lo que admiramos. Nadie imita un grito agresivo si no está dentro de su escala de valores comportarse con violencia. Pero, cuidado, no ocurre lo mismo con los niños y los adolescentes. Si les gritas, ellos aprenderán que es la forma de tener poder y razón, y lo imitarán.

Los experimentos con estas neuronas han concluido que las personas no solo podemos reproducir las acciones que vemos, sino también los sentimientos y las intenciones. Este aprendizaje permite predecir comportamientos de otras personas, una habilidad básica para relacionarnos.

¿Esto quiere decir que nos convertimos en meros repetidores y que no tenemos responsabilidad por lo que hacemos? La respuesta es no.  Nadie copia lo que no quiere ser. Imitamos lo que admiramos. Así que recuerda la importancia de educar con el ejemplo. No pidas a tus deportistas o a tus hijos que sean respetuosos con las personas si tú le faltas el respeto al árbitro.

Elige tu objetivo

Copiar por copiar no tiene sentido. Hay que hacer una selección. Y en ella te propongo que incluyas tu cambio. ¿Qué cualidades deseas tener? No puedes cambiarlo todo a la vez. Elige tu objetivo. Sigue un criterio; lo que más necesites. Gracias a la imitación podemos aprender todo lo que no es innato. Así que tú serás quien desees ser, ni más ni menos.

              Momento libreta…. 
1. Decido transformarme en … una persona más paciente. Y con ello creo que tendré los siguientes beneficios:
  • No me enfadaré en los entrenamientos cuando no salgan las cosas.
  • Reduciré mi nivel de ira cada vez que me equivoque.
  • La tranquilidad que me da ser más paciente permitirá que aprenda mejor. El estrés continuo me hace cometer más errores.
  • Mejoraré las relaciones con mi entrenador, con mis compañeros, con mi entorno. La impaciencia me ha llevado a estar de mal humor.
2. Decido transformarme en … una persona un poquito más dulce. Y con ello creo que tendré los siguientes beneficios:
  • Sonreiré más, creo que lo hago poco.
  • Seré menos agresivo en mi comunicación.
  • Creo que las personas a mi lado se sentirán mejor si me muestro más dulce.
  • Estaré más atento a las emociones de los otros.
  • Será más agradable estar conmigo.
Observación

Prestar atención supone focalizar lo que quieres copiar y desatender lo que no te interesa.
Una de las mayores demandas en consulta es poner solución a la falta de paciencia. La falta de paciencia condiciona tu vida y la de los que viven contigo o trabajan a tu lado. Muchos pacientes deciden cambiar, pero llevan tanto tiempo siendo de esta manera que piensan que el cambio no es posible. Y aquí es donde aparece mi querida Teresa de Calcuta. No imagino a esta mujer con un ápice de rabia, frustración o indignación.

Cuando alguien me habla de su propia impaciencia e impulsividad, les pregunto: ¿Qué alternativa se te ocurre? Y la respuesta es siempre la misma: Ni idea tengo, ni siquiera se han planteado que existen otras alternativas. Pero si les hago reflexionar y les digo: “Imagina esta situación. Ahora estás esperando en una larga cola del supermercado y Teresa de Calcuta está en la  misma fila delante de ti.¿Cómo crees que reaccionaría ella? La respuesta también suele ser siempre la misma: “Sonreiría a los de delante y a los de atrás, esperaría pacientemente. E incluso ayudaría a quien está siendo trampa en la cola. Y mi siguiente reflexión es: “¿Qué crees que estaría pensando? La respuesta es clara: Pobre mujer, está confusa, es mayor, voy a echarle una mano. En su pensamiento no hay hostilidad, ni prisa, ni juicio de valor. Y ella tampoco está consultando el reloj. Solo está presente, colaborando y siendo benevolente.

Luego le pregunto a mi paciente si sería capaz de imitar ese comportamiento. No le pido que sea creativo. Solo le pido que copie lo que sabe que sí funciona y que, además, admira. El hecho de copiar ya es un cambio.
La elección del personaje o la persona a imitar es algo que solo depende de ti. La única condición necesaria es que aglutine tu objetivo, que sea un buen ejemplo de lo que tú deseas ser y cambiar de ti. Cada forma de ser a la que aspiramos, tiene un representante en esta tierra, puede que incluso sea un personaje de ficción. Lo único que importa es que represente lo que tú buscas.

Imitación

Ahora que tenemos el objetivo y la persona a la que imitar, es fácil: imita. Visualiza los momentos en los que te comportas en la forma en que no te gusta, fantasea con ellos e imagina la alternativa desde el punto de vista del personaje que has escogido.

                                                    Momento libreta….   

Estás esperando turno en la frutería y alguien se cuela. Normalmente te hubieras callado e indignado por dentro y habrías pensado en la falta de civismo de la gente. Pero tu objetivo es ser más habilidoso y poder defender tus derechos.
Personaje elegido como modelo a imitar: mi amiga María. Tiene mucha gracia, es muy tranquila y es capaz de defenderse sin atacar.
¿Qué hubiera hecho ella? Hubiera levantado la mano con una sonrisa de oreja a oreja y hubiera dicho un simple: Perdón señora, estoy yo primera. Gracias. ¡Y se hubiera quedado tan fresca!

Repetición

No hay aprendizaje sin repetición. Lo más importante para aprender de manera significativa es la comprensión. Eso ya lo tienes. Ahora solo queda tu parte de entrenamiento. Cuando sepas que te expones a una situación en la que puedas ser vulnerable, anticípate y llegado el momento, imita, imita y no pares de imitar.
Y si cometes un error, no te rindas. Convertirte en lo que deseas necesita tiempo y paciencia. Pero piensa que cualquier pequeño cambio ya es ventaja. Las últimas investigaciones dicen que para que un cambio se convierta en un hábito, la media de tiempo que necesitas es de 66 días. Así que.. ¡Mucho ánimo y más optimismo!

miércoles, 7 de junio de 2017

Cuenta Contigo, parte 6

6
La terapia de los melocotones en
almíbar… o de los yogures caducados

Las cosas solo tienen el valor que les damos.

Moliére

En todas las casas hay una lata de melocotones en almíbar en algún lugar de la despensa que no se sabe si están caducados o no. Pasan desapercibidos.
Eso sí, sé sabe perfectamente dónde está el chocolate, la pasta, las verduras… ¿Por qué ? Porque los utilizamos, interactuamos con ellos.

Cuando mis pacientes me hablan de sus miedos, sus pensamientos catastróficos, limitantes, negativos, aburridos… , les digo que la mejor terapia para gestionarlos es tratarlos como tratamos a dichos melocotones, con indiferencia.
El malestar traducido en ansiedad, frustración, desánimo o miedo no lo provocan los melocotones, lo produces tú dándole valor a tus pensamientos, hablando con ellos, prestándoles atención.

La terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) ha sido para mi una revolución. Y si unimos la aceptación a nuestra capacidad de centrar la atención en el presente, tenemos la receta perfecta para dejar de sufrir con lo que pensamos.
Empecemos por distinguir dos tipos de preocupaciones: las útiles y las inútiles. Las útiles son aquellas en las que puedes intervenir y están bajo control, y las inútiles, aquellas por las que nada puedes hacer. Por desgracia, estas segundas ocupan la mayoría de nuestros problemas

Es inteligente ocuparse de lo que depende de nosotros y absurdo invertir energía en temas que no dependen de nosotros, o a las que hay que darles tiempo para saber que ocurre.
No es nada responsable de tu parte que te ocupes de algo de lo que no te puedes ocupar. Es un despropósito sufrir por aquello que controlas. Sinceramente, es un malestar completamente absurdo y sin sentido. Lo único que tiene sentido es ocuparte de lo que depende de ti y pasar de lo que no.
Y darle vueltas a lo que te preocupa no te vuelve más consciente, ni más resolutivo, ni te permite estar más preparado.

Preocupaciones inútiles

Imagina que un cliente ha salido insatisfecho de la tienda en la que trabajas. Uno que además a sido poco educado. Puede que estés dándole vueltas durante el fin de semana echándote la culpa. La reacción del cliente y su personalidad no es algo que dependa de ti, pero la interpretación que estás dando a este hecho sí.
Seguramente te dedicarás a pensar qué harías si pudieras volver atrás en el tiempo. Por mucho que le des vueltas, no lo solucionarás. Así que este pensamiento necesita una intervención del estilo “melocotones en almíbar”.
Es decir, ignorarlo. Cuanto más valor le des, más te va a atormentar. De lo único que eres responsable es de hacer y pensar aquello que te permita disfrutar de tu presente. Y de nada más.

Imagina un segundo ejemplo. Estás preparándote para el Mundial, del deporte que sea. Estás entrenándote bien, pero te empieza a obsesionar la idea de que si llegarás o no al Mundial, y no paras de pensar en una posible lesión. ¿Tiene algún sentido? No, son pensamientos inútiles. No aportan soluciones, no te permiten entrenar a fondo y te generan emociones negativas, como la ansiedad y el miedo. No vamos a ningún sitio pensando en ello. O sí, vamos a precipitar lo que temes. Recuerden la teoría de la profecía autocumplida. Como la atención selectiva tiene una capacidad limitada, las preocupaciones harán que cuando estés entrenando, te fijes en molestias, te castigues de más. Irás sesgando la información para dar con lo que te preocupa.

La preocupación va a aparecer, pero si sabemos como comportarnos con ella, dejará de estar presente con la intensidad y frecuencia en que se presentaba antes. Si la convertimos en una lata de melocotones, dejará de atormentarnos.
Muchas veces, dar vueltas a las cosas empeora la situación. Solo por el hecho de acrecentar la importancia que les das. La solución está en saber aprender a vivir con la idea de que te puedes lesionar y que no pasa nada por ello. Preocuparte no predice un final feliz. Preocuparte no tiene premio.

Soluciones

En realidad, es difícil dejar de pensar o no sufrir. Aquí tienes una serie de ejercicios que te permitirán dejar de lado lo que no controlas y distanciarte para poder disfrutar el único momento que tienes para ser feliz, el ahora.
No les des más valor a lo que cruza por tu mente. Son solo pensamientos, nada más. Lo que dice de ti son los actos.

Lo más sencillo para que desaparezcan es dejar de prestarles atención. Como las rabietas de los niños. Prueba con alguna de estas técnicas. Ve utilizando una u otra hasta que des con la que para ti sea la más sencilla. Hay personas que desestiman el humor porque les parece algo frívolo. Elige el tuyo y practica, entrénalo, repítelo, no tires la toalla. Cambiar un hábito requiere del deseo de hacerlo y de la repetición. Así se genera un nuevo aprendizaje que te permitirá pensar con sosiego y disfrutar más de la vida:


  • No tengas conversaciones con tus pensamientos. Tampoco tienes conversaciones con las personas que te restan energía. Si lo consigues con los demás, ¡también puedes hacerlo contigo mismo!
  • Parafrasea tus miedos. Significa repetir, casi de forma literal, lo que tu miedo te está diciendo. Imagina que tienes miedo a volar y tu mente te dice “tengo miedo a las turbulencias, tengo la sensación de que el avión se va a caer”. Razonar con el pensamiento es absurdo. Lo mejor que puedes hacer es repetir literalmente y en voz alta: “Tengo miedo a las turbulencias, a ver si el avión se cae”; y contestarte a ti mismo con un simple : “Ah, vale”.
  • Pon delante de tu idea tóxica alguna muletilla como “Estoy teniendo la brillante idea de… que no estaré a la altura y que me falta confianza para el partido próximo. Y contesta a tu mente: “Gracias, reina, tú siempre tan oportuna. Y cambia automáticamente el foco de atención. No puedes dejar de tener pensamientos, pero sí puedes elegir cuáles, así que ten a la mano alguno que produzca efectos contrarios. Elige pensar en tu jugada inicial, en las palabras que te dirás durante el partido: “calma”, “fluye”.
  • Ríete del pensamiento. Dile a tu mente algo así como: Mira que eres pesadita, que si me siento inseguro, que si no estoy a la altura; ya podrías ponerte de mi parte. Reírte de tu mente desviará la atención de lo que genera ansiedad y estarás eligiendo cómo relacionarte con los pensamientos tóxicos.
  • Cuando aparezca tu miedo en forma de pensamiento, dale forma. Se me ocurre que podría ser como “una lata de melocotones en almíbar”, pero también podría ser: “esta entrevista de trabajo no la paso, seguro hay mejores que yo”. Entretente pensando cómo pintarías la lata y que forma tendía. Buscamos con este ejercicio jugar con el pensamiento, aceptarlo y quitarle valor.

  • También puedes ser más sencillo, y simplemente llevarte el dedo índice delante de los labios y decir el famoso “chist”. Imagina que estás estudiando y a tu mente le da por anticiparse al examen: “No te da tiempo, concéntrate”. Chist… Puedes acompañar este gesto con una frase dirigida a tu pensamiento de miedo: “calladito por favor, trato de estudiar”. Y vuelve acto seguido a llevar atención a tus apuntes. Sin razonar ni juzgar, solo mándalo callar.


He puesto varios ejemplos para relacionarte de forma distinta con tus pensamientos. Pero aquí es importante la creatividad. Busca tu propia manera de hacerlo. Hay quien sienta a sus pensamientos en el banquillo de suplentes, o los dejan pasar como si fueran pompas de jabón, se pasean y se van. Sin más intervención.

                Momento libreta…   
Mejor dicho, momento libreta más momento móvil. Anota en tu libreta las reglas para relacionarte con tus pensamientos. Escríbelas con letras y colores llamativos y luego hazles una foto y súbela al móvil de fondo de pantalla. El problema de los hábitos nocivos es que al principio son más fuertes que nuestras buenas intenciones de cambio. Si tenemos un recuerdo visual, nos facilitaremos la tarea. Ten presentes estos consejos:
  • No rumies tus pensamientos.
  • No busques contraargumentos a tus miedos que te relajen.
  • No hagas juicios de valor sobre las consecuencias que puedan generar tus miedos.
  • No te anticipes de forma catastrófica o alarmante.
  • No dejes que tus miedos tengan más presencia de la que se merecen.
  • Para evitar los hábitos nocivos deberás:
  • Observar que pasa sin juzgar.
  • No prestarles atención.
  • Decidir que valor van a tener.
  • Jugar con tus pensamientos.
  • Llevar el foco de atención al presente.
  • Hablarles en un tono cómico.
  • Mandar sobre ellos.