lunes, 2 de noviembre de 2015

Ejercicios de bioenergética, parte 11


Trabajando con Caderas y Pelvis 


La toma de tierra, de modo que la persona sienta sus pies sólidamente sobre el suelo, es un requisito previo para descargar las tensiones de cadera y pelvis. La pelvis no se moverá de un modo natural, esto es, libre y espontáneamente, salvo que quede suspendida entre la cabeza y los pies. Este es el principio del arco. En un violín o en una cuerda de guitarra ambos extremos deben quedar firmemente sujetos para que la cuerda vibre rítmicamente. Lo mismo se aplica a un arco. Cuando se estira la cuerda del arco, éste se carga, y todo lo que necesita para proyectar la flecha es descargar nuestro control. La flecha volará sin necesidad de empujarla en virtud de la carga impartida al arco.  

Este principio se aplica al movimiento de la pelvis. Si los pies se hayan plenamente en contacto con el suelo, solo es necesario empujar la pelvis hacia atrás para crear la carga que la moverá espontáneamente hacia adelante. La energía para la carga es producida por los procesos metabólicos del cuerpo en conexión con la respiración. Por consiguiente, cualquier tensión en el cuerpo que restrinja la respiración o impida la toma de tierra, limita la movilidad pélvica.

Cuando se empuja la pelvis hacia atrás, se halla en la posición de carga, si es que el cuerpo entero se haya equilibrado, como en el ejercicio de orientación. En la posición hacia delante, la pelvis ya está descargada y por tanto, no puede moverse en forma espontánea, sino que ha de ser empujada. Al empujar se tensan los músculos, reduciendo así el flujo de excitación y placer. Es algo que debe ser evitado en estos ejercicios, así como en el acoplamiento sexual.

Las tensiones pélvicas se desarrollan para limitar la sensación sexual. Será difícil, si no imposible, liberar la pelvis si estamos inhibidos acerca de la sensación sexual. Estos ejercicios no necesariamente crean una sensación sexual, pero pueden hacer que nos percatemos de esta sensación si se halla presente. Sin embargo, la sensación sexual no es lo mismo que la excitación genital, que es un enfoque de las sensaciones sexuales sobre el aparato genital. No ocurre así con estos ejercicios.

Los siguientes ejercicios están destinados para ayudarte a sentir cualesquiera tensiones en el área pélvica. Se producirá alguna descarga de tensión al hacerlos. En la mayoría de la gente estas tensiones son bastante severas, y utilizamos muchos otros ejercicios para soltarlas. Cualquier ejercicio que movilice la parte inferior del cuerpo, sea en posición de pie o tumbado, afectará la pelvis. El pataleo es uno de tales ejercicios. También los ejercicios sexuales específicos que serán descritos posteriormente.

Ejercicio 34. Movimiento pélvico de lado a lado

Plantado sobre ambos pies, que deberían estar paralelos y separados unos 30 cm. Dobla las rodillas a la mitad.
Desplaza el peso al pie izquierdo sin mover el derecho y haz oscilar la pelvis hacia el lado izquierdo presionando sobre el pie izquierdo.
La parte superior del cuerpo permanece relativamente recta y es inactiva.
Desplaza lentamente el peso al pie derecho, y haz oscilar la pelvis hacia el lado derecho, presionando sobre el pie derecho.
Repite lentamente el ejercicio hacia izquierda y derecha una serie de veces, permitiendo que la pelvis oscile conforme la presión pasa a cada pie.

  •  ¿Te permites respirar en el vientre?
  •  ¿Sientes el movimiento de la pelvis viniendo del suelo conforme presionas sobre cada pie?
  •  ¿Sientes alguna tensión en la parte inferior de la espalda?
  •  ¿Fuiste capaz de mantener hacia adelante el peso del cuerpo conforme pasabas de lado a lado?


Ejercicio 35. Movimiento pélvico circular

Este movimiento es muy similar a los movimientos de la pelvis en la danza hula. La posición es la misma que en el ejercicio 34.
Desplaza tu peso sobre el pie izquierdo y, presionando sobre dicho pie, deja que la pelvis se mueva hacia la izquierda.

Que el peso de tu cuerpo vuelva a los metatarsianos de ambos pies y, conforme así ocurre, mueve la pelvis hacia delante.
Desplaza hacia el pie derecho y, presionando sobre dicho pie, mueve la pelvis hacia la derecha.
Que el peso vuelva a ambos pies, y sosteniéndote hacia delante sobre las bolas de los pies, empuja la pelvis hacia atrás.
Haz este ejercicio con un movimiento continuo varias veces. Luego repítelo invirtiendo la dirección.

  •  ¿Estás respirando con el vientre? Si impulsas la pelvis hacia delante, contraerás los músculos abdominales y bloquearás cualquier respiración ventral.
  •  ¿Puedes sentir cómo el peso de tu cuerpo se desplaza sobre tus pies conforme la pelvis gira en círculos?
  •  ¿Puedes mantener tus rodillas dobladas y sueltas, o las enderezaste? Es importante permanecer “caído”.
  •  ¿Estuvo tu mitad superior de tu cuerpo recta e inactiva durante el movimiento? Esto indica que fuiste capaz de dirigir tus energías apropiadamente.


Ejercicio 36. Movimiento pélvico hacia delante y hacia atrás

Este ejercicio se hace desde la misma posición que el primero. Mantén el peso del cuerpo sobre las bolas de los pies.
Impulsa la pelvis hacia atrás arqueando la parte inferior de la espalda, pero recuerda mantener tu peso hacia delante. Esto impedirá una exageración del arco de la espalda.
Haz que la pelvis oscile hacia delante presionando sobre las bolas de los pies y exhalando.

Ejercicio 37. Irguiendo la pelvis

Este ejercicio está destinado a darte un sentido del poder disponible para el impulso cuando la pelvis es empujada hacia atrás. También este ejercicio se hace desde la misma posición que los anteriores.

Pon tu pie derecho hacia delante con tu peso sobre él, y dobla ambas rodillas. Esto hará que tu talón izquierdo se levante del suelo.
Dobla el tronco hacia debajo, extendiendo el brazo derecho e impulsando el brazo izquierdo hacia atrás.
Yergue tu trasero hacia atrás y hacia arriba, y desplaza el peso hacia la bola del pie derecho. Ahora te hallarás inclinado hacia delante en posición agresiva.


Intenta el mismo ejercicio con tu pierna izquierda hacia delante. La mayor parte de las personas encuentran más fácil hacerlo con el pie izquierdo avanzado, pues tendemos a echar a caminar avanzando este pie.

 ¿Sentiste alguna tensión en la rodilla derecha cuando el pie estaba adelantado? ¿Y en la región lumbar?
 ¿Pudiste sentir en qué modo aumentó la sensación de agresión al erguir el trasero? La agresión tiene en bioenergética el significado positivo de “moverse hacia”.

Empuja la pelvis hacia atrás con una inspiración de aire, y luego, otra vez, hazla oscilar hacia delante conforme exhalas.
Mantén un movimiento hacia atrás y hacia delante con facilidad conforma inhalas y exhalas.


  •  ¿Fuiste capaz de coordinar tu respiración con las oscilaciones pélvicas?
  •  ¿Tuviste que forzar la pelvis hacia delante empujando con tu trasero o tirando de adelante? En el primer caso, tuviste que tensar tus nalgas; en el segundo, contrajiste los músculos abdominales.
  •  ¿Fuiste capaz de mantener el peso de tu cuerpo en todo momento sobre las bolas de los pies?  


Ejercicio 38. El contoneo de los patos

Este es un ejercicio más difícil puesto que depende de soltar las caderas y la pelvis. Comienza en la misma posición que el ejercicio anterior, pero dobla ambas rodillas por completo, manteniendo los pies planos sobre el suelo.

Desplaza el peso a la parte delantera de los pies sin alzar los talones.
Inclínate hacia delante y yergue el trasero hacia atrás.
Mueve el trasero de lado a lado sin oscilar sobre las piernas ni mover la parte superior del tronco. El peso debería permanecer equilibrado uniformemente sobre ambos pies.




  •  ¿Pudiste mover el trasero libremente por sí mismo?
  •  ¿Mantuviste el peso hacia delante?
  •  ¿Fuiste capaz de respirar con facilidad durante el ejercicio?



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