martes, 16 de junio de 2015

Aprendiendo de los mejores, parte 13

 

Ralph Waldo Emerson (1803-1882)

Escritor, filósofo y poeta estadounidense. Estudió Teología y se ordenó sacerdote. Un año después abandonaría la carrera eclesiástica y se trasladaría a Europa. Desarrolla su teoría del trascendentalismo, en la que resaltan aspectos como el individualismo intelectual, el espíritu crítico o el conocimiento intuitivo.

1. La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito. Si una persona perdiera la confianza en sí misma, tendría el universo en contra. En la confianza en uno mismo están comprendidas todas las virtudes.
Todo empieza por ahí, por creer en uno mismo, porque esa fe desencadena una serie de consecuencias que propician la culminación de aquello que deseamos. El propio Emerson apuntaba: “Lo que está delante de nosotros y lo que está detrás es poco importante comparado con lo que reside en nuestro interior”. Hay que acceder a esa fuerza interior que todos tenemos, de otro modo, es complicado alcanzar cimas altas. Tenemos en nuestro interior recursos insospechados, sólo hay que aprender a liberarlos.

2. Carácter firme es aquel que puede pasar sin éxitos.
Para el triunfo todos estamos preparados, pero las grandes gestas se forjan en los momentos de adversidad. Un mar en calma nunca hizo a un marinero experto. Escribe Emerson: “No conozco don más indiscutible que el de la tenacidad de propósito, que, a pesar de todos los reveses, jamás cambia, venciendo toda oposición hasta llegar al puerto”. Eso es el carácter, mantener una actitud de serenidad cuando la tormenta asoma, sin dejarse vencer por ella.

3. Sin ambición no se empieza nada. Sin trabajo no se termina nada.
Todo el mundo tiene ambiciones, pero muchos menos tienen voluntad. Mucha gente empieza con mucha fuerza, pero en seguida empieza a flaquear y se viene abajo cuando los resultados no llegan. Albert Einstein precisaba: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.

4. No han aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor.
Crecer y evolucionar es ir superando miedos, uno tras otro. Tienes éxito cada vez que vences algún temor; cada vez que lo afrontas y no te dejas bloquear por él. No tengas miedo al miedo, ten miedo a la cobardía, a no atreverte. Superar los miedos es vivir cada día mejor. Cada miedo que afrontas aumenta tu autoestima; y a mayor autoestima, mayores recursos para afrontar retos y mayores probabilidades de ganancias.

5. Meditar al atardecer, mirando las estrellas y acariciando a tu perro, es un remedio infalible para la vida.
Si tienes éxito “exterior”, pero no tienes éxito “interior”, nunca estarás satisfecho. Antes o después se acaba produciendo una vuelta a la espiritualidad en busca de la paz con uno mismo. No somos seres materiales con una vida espiritual, sino seres espirituales con una vida material. Cada persona pasa alguna vez por situaciones de desesperación. Son momentos en los que uno necesita y busca “reconectarse” con la vida. Tomar distancia de la realidad inmediata (las prisas y los ruidos, etc) nos ayuda en esa labor, y el contacto con la naturaleza (el mar, el bosque, los animales) siempre es una opción interesante para escucharse a uno mismo.

6. Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder hallarla.
“Lo único que encontrarás en la cima de la montaña -dice un proverbio zen- es lo que tu mismo lleves ahí”. El cambio siempre se produce desde el interior. “Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta“, afirmaba Carl Jung. Tu vida por fuera tiene mucho que ver con el aprecio que te tienes a ti mismo. La abundancia de cualquier tipo (relaciones, amor o dinero), más que algo que conseguimos, es algo con lo que sintonizamos, nace de dentro de cada persona.

7. El hombre grande es aquel que en medio de las muchedumbres mantiene, con perfecta dulzura, la independencia de la soledad.
El éxito en la vida consiste en alcanzar un equilibrio entre estar integrados a la sociedad y no perder nuestra esencia, nuestra autenticidad, nuestra independencia. No son muchos los que lo consiguen, porque, como también apuntaba Emerson: “ En todas partes, la sociedad conspira contra la hombría de sus miembros. La virtud más exigida es la conformidad. El verdadero triunfo reside en mantener la independencia sin aislarse, haciéndose respetar y no dejándose anular por la masa.

8. Todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él.
De cualquier ser humano puede aprenderse algo bueno, pero debemos estar dispuestos a apreciarlo. Y para ello es esencial poner en práctica la virtud de la humildad, que no es otra cosa que la actitud de apertura, el reconocimiento de que es más lo que ignoramos de lo que sabemos. El orgullo y la soberbia nos encierran en nosotros mismos. Si tenemos la humildad suficiente, gozaremos de la oportunidad de seguir creciendo.

9. En muchas ocasiones, la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida.
Cada uno debe seguir su propio camino, pero tener modelos de referencia ayuda mucho a encontrar respuestas. Muchas veces, una frase, una reflexión pueden encender la chispa interior que despliegue todo el potencia que lleva una persona. Sumergirse en los libros siempre produce rendimientos. Practicar el hábito de la lectura debería estar en la dieta de cualquier persona.

10. Saber que una vida ha transcurrido más fácilmente porque tú has vivido. Eso es haber triunfado.
El ser humano tiene tres tipos de motivaciones: una motivación “extrínseca” (dinero), una motivación “intrínseca” (crecimiento y aprendizaje) y también una motivación “trascendente” (necesitar sentir que contribuye a alguna causa). Esta última motivación es la que más satisfacción produce, la que da sentido a la vida, la que permite autorrealizarse. Si tu único fin es ganar dinero, nunca estarás satisfecho. El dinero es medio, nunca fin; un buen siervo, pero un mal amo. Emerson lo tenía claro: “Sin un corazón rico, la riqueza es un espantoso pordiosero”.

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