viernes, 1 de noviembre de 2013

Bioenergética y Gestalt una visión integradora, parte 13 (final)

TRATAMIENTO

La Gestalt no aspira simplemente a explicar los orígenes de nuestros problemas, sino a investigar los caminos hacia nuevas soluciones: a la búsqueda de “saber por qué” añade el “sentir cómo“, movilizador del cambio. El cómo permite un entendimiento más profundo de lo que sucede, nos da perspectiva, orientación.

Una intervención psicoterapéutica no aspira a transformar la situación externa, a cambiar las cosas, a los demás o los acontecimientos, sino más bien a transformar la percepción interna que tiene el cliente de los hechos, de sus interrelaciones y de sus múltiples significaciones posibles.

En Gestalt cada cual es responsable de sus elecciones y de sus evitaciones; trabaja al ritmo y al nivel que le convienen a partir de lo que emerge en un momento determinado ya sea una percepción, una emoción o una preocupación actual, de la reviviscencia de una situación pasada mal resuelta o inacabada o incluso de perspectivas de futuro inciertas. El síntoma físico se considera como una llamada específica de la persona: es el lenguaje que ha escogido. Se la escucha con atención y respeto y se la anima incluso a alcanzar su máxima expresión con técnicas de amplificación, intensificándola eventualmente para entenderla mejor.

Para ello, la Gestalt integra y combina de manera original un conjunto de métodos y técnicas variadas, verbales y no verbales, como el despertar sensorial, el trabajo con la energía , la respiración, el cuerpo o la voz, la expresión de la emoción, el trabajo a partir del sueño o del sueño y el despertar, el psicodrama, la creatividad... En general son las sensaciones, las imágenes y las emociones las que a menudo preceden a la verbalización.
En resumen, no se trata de comprender, analizar o interpretar acontecimientos, comportamientos o sentimientos sino más bien de favorecer la toma de conciencia global de nuestra forma de funcionar, de nuestros procesos de ajuste creativo al entorno, de la integración de la experiencia presente, de nuestras evitaciones y de nuestros mecanismos de defensa.

El diálogo permanente entre el cliente y terapeuta emplea todos los lenguajes disponibles: la palabra, pero también la postura, todo los gestos y micro gestos semiconscientes, las emociones explícitas o implícitas. Se expresa todo a través de diversos canales: el movimiento del cuerpo o incluso con tacto corporal eventual, expresión emocional, lenguaje artístico, el empleo del ambiente...

UNA VISION INTEGRADORA

Tanto la terapia Bioenergética como la terapia Gestalt parten desde una perspectiva global y holística (del griego holos, el todo) del ser humano. El hombre es aprehendido en su globalidad, en sus cinco dimensiones principales: física, afectiva, racional, social, y espiritual. Se trata en todo momento de trabajar al mismo tiempo el plano físico, emocional, intelectual, social, espiritual. No se trata de momentos de trabajo corporal alternados con otros de intercambio verbal.

 Ambas terapias proponen un enfoque global, holístico. Ambas terapias aspiran al mantenimiento y desarrollo de un bienestar armonioso en esas cinco dimensiones y no a la curación o la reparación de un problema concreto. Parten de una concepción de un estado de completo bienestar físico, mental y social. En este sentido la terapia no se restringe al tratamiento de enfermedades. Desde la bioenergética se trabaja más la parte corporal, pero sin olvidar en ningún caso todo el trabajo de integración posterior.

La salud, como define la OMS, no es ausencia de enfermedad, sino un estado de completo bienestar físico, mental y social.
Para hacer un tratamiento bioenergético, el cuerpo terapéutico es la clave de todo. Al cuerpo terapéutico se llega por muchos caminos: la actividad muscular, el reblandecimiento del diafragma, la entrada de la respiración abdominal y torácica, el desbloqueo de las articulaciones...

Desde la gestalt el cuerpo no tiene tanta preponderancia. En gestalt el síntoma corporal se utiliza como puerta de entrada permitiendo un contacto directo con el cliente. En realidad en Gestalt se trabaja atendiendo en todo momento, con un darse cuenta constante, lo que surge de forma espontánea, tal como viene y cuando viene.

Como dice S. Ginger: Un trabajo emocional que luego no se comparta verbalmente suele dejar pocas huellas duraderas y aprovechables mientras que un trabajo verbal que no va acompañado de una participación emocional y corporal conlleva pocas modificaciones profundas a corto plazo y precisa de numerosas repeticiones. Sólo la conjunción de ambas- emoción y verbalización- parece permitir transformaciones que son al mismo tiempo rápidas, profundas y duraderas. No basta con la palabra, para que resulte eficaz debe estar habitada: necesita “encarnarse“.

El terapeuta bioenergético interviene activamente aunque eso no significa que dirija en el sentido de ser absolutamente directivo. Propone ejercicios, sugiere técnicas de trabajo desde el cuerpo, pero no es él el que impone el curso del proceso.

El proceso terapéutico es un trabajo de cooperación mutua entre el terapeuta y paciente que no se limita a la hora de la consulta. La labor del terapeuta consiste en ayudar al paciente a independizarse de él y valerse por si mismo sin necesidad de tener que recurrir a terapia toda la vida. Por tanto también puede darle tareas de respiración y ejercicios bionenergéticos para que haga en casa y puedan ayudarle a tomar conciencia de sus problemas, de su origen y de su posible solución sin necesidad de interpretaciones teóricas.

El terapeuta gestáltico tampoco es directivo aunque si activo. Invita, por ejemplo a amplificar los fenómenos observados, incluso a experimentar actitudes nuevas y eventualmente reacciona él mismo, aunque no es él quien decide, la dirección de la acción. Más que tratar de interpretar el comportamiento, o las defensas según modelos caracteriales, el terapeuta gestaltista prefiere incitar al cliente para que sea el mismo quien siga la pista que se le presenta de forma espontánea.
Entre las dos técnicas caben todo tipo de implicaciones corporales del propio terapeuta (desde el que permanece sentado hasta el que se mueve y participa en ejercicios) y respecto al paciente, desde privilegiar su comunicación verbal hasta proponer experiencias físicas de movimiento, contacto, ejercicios bioenergéticos, etc.
En cualquier caso todo terapeuta trabajará con las herramientas técnicas y con conceptuales que mejor se adecuen a su personalidad, lo cual incluye tanto a sus recursos como a sus limitaciones.

El camino hacia lo transpersonal

También ambas terapias coinciden en su evolución hacia lo transpersonal, en sentido de buscar como meta última de la labor de ayuda terapéutica el trascender los límites del ego, la imagen condicionada y empobrecida de nosotros mismos con la que nos identificamos. Conseguir el máximo desarrollo de todo el potencial humano.

Requisitos del terapeuta

En cuanto a los requisitos ambas terapias exigen un nivel de formación teórica y práctica que garantice que el terapeuta conoce y está atento a sus reacciones inconscientes ante los problemas que presenta el paciente.
Ambas consideran muy importante la actitud e implicación del terapeuta que concibe su tarea como un oficio artístico más que como un rol técnico. En este sentido, lo importante es la actitud del terapeuta más allá de la pureza o más allá de la pureza o mezcla de sus técnicas En cualquier caso el utilizar unas técnicas u otras más que un tema teórico es un asunto personal.

A quien va dirigida

Ambas terapias se dirigen no sólo a personas con problemas psíquicos, físicos o psicosomáticos catalogados como patologías, sino también a personas con dificultades para enfrentarse a problemas existenciales y a toda persona que esté buscando una mejor calidad de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario