martes, 24 de octubre de 2017

Psicología del Deporte. Integración Cuerpo-Mente, parte 1


PSICOLOGÍA DEL DEPORTE
Integración mente-cuerpo

Resumen del libro de: Harris, D.V. y Harris, B.L., Ed. Hispano Europea, Barcelona, 1987

Probablemente no existe nadie que no se haya quedado sin aliento durante una prueba atlética, olvidado parte de lo que debía decir durante una representación teatral, quedado con la mente en blanco en el curso de un examen, o metido en algún problema por haberse esforzado demasiado. Generalmente, cuando nuestro empeño es muy intenso, elevamos con ello nuestro nivel de ansiedad, lo cual puede resultar contraproducente.

La tensión emocional es lo que nos permite mantener en movimiento los diversos flujos de nuestro organismo y constituye la respuesta o reacción a algún tipo de tensión externa, sea esta real o intuida. La tensión no es necesariamente mala; simplemente nos espolea y nos lleva a actuar. 
El deporte competitivo constituye un ámbito ideal para enseñarnos como hacer frente a situaciones que provocan zozobra y ansiedad. Proporciona la primera y mejor oportunidad para enseñar a los jóvenes a dominar la tensión. Este domino de conocimientos y estrategias durará toda la vida, dado que los principio de control de la tensión son los mismos tanto si se deriva de una situación de competición, de la presión impuesta por unos límites de tiempo, de desacuerdos con los compañeros de trabajo, de peligros de pérdida de empleo, o cualquier otra causa.
Con la debida preocupación por los efectos de una tensión crónica o muy prolongada, el aprender como dominarla puede constituir la mejor lección que nos sería dable impartir a los jóvenes.  

Pensemos en la contribución a la sociedad que supone enseñar conocimientos y estrategias específicas a través de programas deportivos. Los preparadores y los atletas pueden ser iniciados en los principios de dominio del control emocional.


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Pensar con nuestros músculos:
la integración mente/cuerpo

¿Cómo se aprende a ser un atleta con un nivel de actuación uniforme? ¿Cómo aprender a maximizar nuestro rendimiento? 
¡Pensar con nuestros músculos! Ciertamente, no se trata de un concepto nuevo, sino de uno que hemos dejado de poner en práctica. Casi nadie prepara y practica el necesario condicionamiento mental.
Tradicionalmente, los preparadores y los atletas han venido dedicando la mayor parte de su atención a los componentes físicos. Se cree que la repetición es la única forma de maximizar el rendimiento  y se descuida el grado de realización individual.
El hecho de que muchos atletas muestren un elevado nivel de rendimiento durante los entrenamientos, pero no consigan llegar a él durante la competición debe ser causa de preocupación. La única diferencia consiste en nuestro estado mental, es decir, nuestro control psicológico. Cuando un equipo o una persona pierde impulso o lo adquiere, el cambio deriva de unos factores psicológicos.

La fluctuación en la regulación psicológica puede ser evitada, impidiendo con ellos bruscos descensos en el nivel de rendimiento. Conviene por ello, que se nos enseñe a asumir la responsabilidad de aprender como valerse de nuestro propios mecanismos de estímulo y actuar bajo control.  
Dentro de una misma competición es dable observar una amplia fluctuación en el nivel de rendimiento. Así, un equipo puede dominar la primera mitad del partido y, en cambio, no mantener el ritmo durante la segunda. Con frecuencia cabe identificar una jugada que es la que puede haber dado lugar al cambio. Ahora bien, estos cambios no acostumbran a tener su origen en alteraciones fisiológicas, sino en una regulación psicológica errática.

Nadie discute el hecho de que nuestro estado mental guarda una estrecha relación con nuestra actuación. No obstante, se hace poco para identificar los factores emocionales y/o mentales que tienden a impedir que se consiga un buen rendimiento. Básicamente, lo que la psicología deportiva supone para el atletas: aprender a identificar lo que conduce a una buena actuación y lo que lleva a que ésta sea mala.   
Con el tiempo, las reacciones practicadas y las estrategias aprendidas pasan a tener carácter automático. Aprender y practicar estos conocimientos nos servirá para toda la vida.

Algunas veces, cuando experimentamos la satisfacción de una actuación máxima, la describimos como un estado alterado de percepción o  conciencia. Es como si estuviéramos en trance o algo similar, y resulta irónico que se califique de alterado. De hecho, esta es la forma en que deberíamos responder en todo momento. Con la práctica y el desarrollo de una mejor percepción, podemos convertirlo en un estado normal en vez de un estado alterado, lo cual supone que hemos de comenzar por incorporar el adiestramiento mental a nuestra preparación diaria.

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