martes, 18 de julio de 2017

Cuenta Contigo, parte 11

11
La terapia del caballo-secretaria

La vida no es fácil, para ninguno de nosotros.
Pero … ¡que importa! Hay que perseverar y, sobre todo,
tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado
para realizar alguna cosa y esa cosa hay que alcanzarla,
 cueste lo que cueste.

Marie Curie

Se encuentran dos abogados en la calle.
-Pepe, ¿cómo va todo?
-Genial, Luis. No te lo vas a creer, pero tengo en el despacho un caballo que es la mejor secretaria. Coge el teléfono, atiende a mis clientes, contesta correos y sabe hasta de Derecho, un lujo.
-¡No me digas, Luis, no me lo puedo creer. Yo quiero un caballo como el tuyo, ¿cuánto cuesta?
- Seis mil euros, pero lo amortizas en nada.
A los seis meses se encuentran otra vez en la calle.
-Pepe, cabrón, el caballo no contesta correos, ni habla castellano, ni nada de nada.
-¡Ay, Luis, no hables así de tu caballo que no lo venderás.

Muchas veces proyectamos hacia afuera la imagen que Luis proyecta de su caballo. La mayoría de las veces te infravaloras, te llenas de una falsa humildad y transmites hacia fuera que no eres lo suficientemente bueno, capaz o habilidoso.

                                                         Momento libreta…
Valoremos tres puntos importantes: lo que tú crees que eres, lo que los demás ven en ti de verdad y lo que crees que los demás ven (tu interpretación). Compara estos tres puntos de vista, analízalos y saca tus conclusiones.

  • ¿Cuál es la imagen que proyectas de ti?
  • ¿Se corresponde esa imagen con tus fortalezas, tus habilidades, tus áreas de mejora? Es decir, ¿lo que los demás ven es lo que eres?

La visión que das de ti mismo, condiciona la opinión que los demás tienen de ti. ¿De verdad crees que alguien puede confiar en ti si no lo haces tú? Si no cambias la visión que tienes de ti mismo, puedes perder oportunidades. Nadie quiere salir con una persona que no se quiere y deja en manos de terceros su felicidad.

Pueden darse tres situaciones:
  1. Lo que los demás ven es lo que hay. Tu imagen corresponde con la visión que tienes de ti mismo. Esto no implica que no puedas mejorar áreas, pero si te define como alguien coherente.
  2. Lo que los demás ven es mejor que lo que tú ves. Puede ser que no valoras tu trabajo, tu físico, tanto como si lo hacen los demás. Muchas personas con baja autoestima no aprecian sus fortalezas y por ello no las tienen en cuenta. Pero desde fuera se ve un gran trabajo, a una gran persona y a alguien bueno y capaz.
  3. Tú aprecias más cosas positivas en ti que lo que percibe la gente. Entonces puede que te esté fallando el canal de la comunicación y la credibilidad. Hay personas brillantes que no parecen creíbles a los demás. Se muestran ante otros con baja confianza, gestos desvalidos, hablan bajito, dudan de sus propuestas, participan poco y esto no genera una imagen de confianza, a pesar de que ellos sepan que son brillantes. Muchos deportistas de alto rendimiento brillan en sus entrenamientos y no en sus competiciones. El motivo es similar: variables psicológicas como la duda, la ansiedad o la falta de concentración impiden que se vea tu mejor versión. Pero esta sí existe, y ellos saben que es así. 


Cómo convertirnos en un caballo-secretaria de diez

1. Trabaja tu postura corporal

La comunicación no verbal es importante, tanto como lo que decimos. Y además tiene más credibilidad que la comunicación verbal. Se debe a que es más difícil de manipular. Tus gestos, tu postura, tu expresión facial, cómo te vistes: todo habla de ti.

Por norma general, las personas que se sienten seguras sonríen, dan la mano con firmeza, mantienen contacto ocular, tienen postura armonizada y mueven las manos con naturalidad.
La inseguridad se muestra a través de gestos desvalidos; cabeza gacha; tics nerviosos; hablando con un volumen bajo, y a veces se esconde detrás de una forma de vestir que evita llamar la atención.
Si te identificas con alguno de estos signos no verbales, no tiene por que significar algo especial, pero si reúnes la mayoría, quizá estés transmitiendo esa imagen a los demás.

En mis conferencias suelo preguntar a la gente: “¿Qué interpretación sacas cuando alguien no te mira a los ojos mientras habla contigo?”. Las respuestas son variadas: me miente, me esconde algo, es tímido, no sabe de lo que habla, etc. Y quizá sea tímido, pero su interlocutor está interpretando que le está engañando. No sé de quién es la mítica frase: “No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Te has esforzado mucho con tus estudios, con tus prácticas, te ha costado mucho montar una empresa, para que ahora una simple caída de ojos te deje en el camino.
Leí una vez en un libro de habilidades sociales que nuestro cerebro tiende a hacer juicios de valor en los primeros segundos sobre: la orientación sexual, la condición social, el grado de conformidad, la inteligencia, la simpatía, la religión y la clase social. No es algo que realicemos en forma consciente. No nos dedicamos a despellejar a nadie, pero nuestro cerebro saca esas conclusiones cuando ve a alguien por primera vez.

Cuida tu imagen, no para convertirte en lo que no eres, pero si para transmitir valores y tu personalidad. Debes tener en cuenta tu higiene. Y trata de que tu imagen corresponda con lo que quieres que vean en ti. Se trata solo de sentido común.

2. Sé alguien creíble para los demás

Una persona creíble es alguien que nos transmite seguridad. La seguridad la generan varios puntos:

  • La reputación. Los éxitos cosechados por una persona nos dicen de ella que sabe cómo resolver su trabajo.
  • El aspecto físico. Si no tienes reputación, el aspecto físico es vital. Si te presentas como preparador físico y estás pasado de peso, tu credibilidad bajará. Hará que duden a priori de ti. 
  • El conocimiento es clave. Al final te contratan por lo que sabes y por cómo pones en práctica eso.
  • Honestidad y sencillez y transparencia. Creemos en las personas con buenas intenciones y con buenos sentimientos. Si transmites lo que sientes, también aumentará tu credibilidad. Las personas emotivas permiten que nos acerquemos a ellas a través de la franqueza de sus sentimientos.
  • Asumir errores. Todos cometemos errores, y admitirlos nos hace humanos. Transmite también como resolviste la situación y lo que supuso el aprendizaje.
  • No exagerar. Las exageraciones generan duda. Habla de tus éxitos desde la humildad. Solo tienes que decir en qué eres bueno, lo que conseguiste, y a la vez compartir tus medallas, ser agradecido con quien te ayudó y valorar el esfuerzo que invertiste para alcanzarlo.
  • Se dinámico, divertido y optimista. Las personas que nos hablan de soluciones nos infunden esperanza. Estamos cansados de tanto pesimismo. Cuando llega a tu vida una persona que sonríe, que se expresa con ilusión y pasión, que te dice con argumentos que sí se puede, es como si nos recargaran de pilas.

  • Comunicación. Sé claro, directo y sencillo. Olvida la retórica. No se trata de impresionar a nadie, solo de hacerte entender. Hay personas que hablan más para escucharse ellas mismas que para llegar a los demás.
  • Ten palabra. Hoy en día nadie se fía de nadie. Tener palabra significa ser respetuoso con lo que te comprometiste. Sin necesidad de firmar papeles.


3. Elabora una imagen positiva de ti, basada en la verdad

Cuando hacemos valoraciones sobre deportistas de élite o personas a las que admiramos, siempre suelen poseer el valor de la humildad.
Una persona humilde es aquella que es capaz de hablar de sus virtudes, de reconocer en qué medida interviene y es responsable de su propio éxito, y que reconoce que parte de sus logros son fruto del trabajo en equipo y de la gente que lo apoya, y que además sabe en qué puede mejorar. Se puede ser humilde y transmitir una imagen positiva de uno mismo.

Ensaya delante del espejo el hablar bien de ti. Si no estás acostumbrado a saber dónde está tu talento, a contar a los demás qué cosas se te dan bien y cuáles son tus valores, cuando necesites hacerlo no te saldrá con naturalidad.

4. Habla de ti, date a conocer, pero siempre bajo el paraguas de la prudencia

No solo necesitas “venderte” en una entrevista de trabajo. También es importante presentar tus argumentos con seguridad en una reunión, saber decir con confianza lo que piensas en tu grupo de amigos o poder hablarle a tu entrenador sobre los cambios que ves importantes en el equipo, sin dudar de que tu propuesta merezca ser escuchada.

La gente no tiene la capacidad de adivinar qué pasa por tu mente si tú no lo  expresas. Deja que te conozcan a ti y a tus argumentos, a tus proyectos y a tu trabajo. Y si tienes miedo, lo tendrás que asumir.
El mundo laboral, de las parejas y las amistades, y todo tipo de relaciones, están en este momento en continuo cambio. Es muy fácil ser visible y hacer contactos. Pero tienes que salir de tu zona confortable para darte a conocer. Si no estás en las redes sociales no existes.

5. Formalidad, formación y preparación

Debes conseguir entrar en un grupo, hacerte escuchar y ser creíble. Y además, mantenerte. La estabilidad y la credibilidad te la darán tu seriedad y responsabilidad en el trabajo. Las personas nos fiamos de la formalidad. Y esta se demuestra:

  • Siendo puntual. Cuando alguien tiene que esperarte, interpreta que no te organizas, que faltas el respeto a su tiempo. Hacer esperar a alguien es ponerte en su contra antes de empezar. Da mala imagen y es algo que puedes evitar.
  • Cumpliendo los plazos que acuerde. No te comprometas con plazos irreales que te van a estresar. Trata siempre de poner un plazo con el que puedas entregar tu trabajo un día antes de lo marcado. Así tendrás un día de plazo por si ocurre algún imprevisto. (136)
  • Atendiendo a las personas y no evitándolas. Da muy mala imagen no atender a las personas. Si por algún motivo no puedes contestar una llamada inmediatamente, responde en cuanto puedas, devuelve siempre las llamadas perdidas. Nos gusta relacionarnos con personas educadas y formales.
  • Expresándote de forma oral y escrita sin faltas ortográficas o gramaticales. Nada empeora más la imagen de alguien que oír atropellos gramaticales.
  • Autocontrolándose. Las personas que no manejan sus emociones distan mucho de parecernos buenos profesionales. Cuando tienes argumentos suficientes, sobran las expresiones exageradas, elevar la voz u otras maneras de llamar la atención. Quien tiene razones y argumentos sabe que con ellos es suficiente para convencer.


  • Mostrando respeto y educación hacia el otro. Deja hablar, escucha y valora al cliente, al deportista o a tu hijo. Nos gusta relacionarnos con personas de trato fácil. Sabes que siempre tendrán una sonrisa y una palabra amable. Generan un clima de tranquilidad a nuestro alrededor en el que es fácil conversar y relacionarnos.


Lo que tú ves en ti es lo que los demás ven en ti. Si no cuidas esa imagen interior y exterior, quizá nunca llegará nadie a darte la oportunidad para poder demostrar lo eficaz, apasionado y preparado que estás. No se trata de vender un caballo-secretaria, no existen. Pero sí de tener la oportunidad que mereces. Porque tú eres real y valioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario