lunes, 24 de julio de 2017

Cuenta Contigo, parte 12

12
Una compañera de viaje
llamada “voluntad”      

Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la
electricidad y la energía atómica: la voluntad.

Albert Einstein

Si hay algo en nosotros verdaderamente divino, es la voluntad. 
Por ella afirmamos la personalidad, templamos el carácter, 
desafiamos la adversidad, reconstruimos el cerebro 
y nos superamos diariamente.

Santiago Ramón y Cajal


Uno llega a obtener el Premio Nobel, indudablemente por tener una mente privilegiada. Pero también por la perseverancia, por no dejarse vencer, por seguir luchando por un sueño y por el trabajo y el esfuerzo. Y detrás de todo esto, se encuentra la voluntad.

Un estudio de la Universidad de Stanford, demostró que la capacidad de los niños para controlar las emociones predecía el éxito de estos niños en el futuro. A un grupo de niños de entre cuatro y seis años, se les puso frente a un dulce y se les dijo que, si eran capaces de esperar sin comérselo hasta que el investigador regresara, les darían otro más. Los niños que fueron capaces de resistir la tentación fueron mejores estudiantes en la universidad y profesionales más exitosos.

La mayoría de los objetivos que nos planteamos a principios de año no llegan a buen término. El cambio implica salir de la zona confortable. Implica más gasto energético; poner en marcha la creatividad; cometer errores y enfrentar el fracaso. Y ante tanto factor estresante, desistimos.
Pero si fuésemos capaces de hacer uso de nuestra fuerza de voluntad, todo sería más sencillo. La voluntad se puede entrenar, no forma parte de nuestro código genético, pero sí de nuestros valores. Y estos se educan, se practican, se adquieren y pasan a formar parte de nuestra filosofía de vida.

¿Qué es la fuerza de voluntad? Es la capacidad que tenemos las personas de controlar el placer inmediato, de posponerlo, para dedicar el esfuerzo a lo que ahora es prioridad. Lo contrario sería la conducta impulsiva, que nos lleva a actuar respondiendo irreflexivamente con las emociones. La fuerza de voluntad está relacionada con el autocontrol. Es poder decir no y parar en lugar de dejarte llevar.

Consejos para entrenar tu fuerza de voluntad

Menos pensar, más actuar

Si hay alguien capaz de boicotear tus planes, ese eres tú mismo. Tienes al diablillo metido en el cerebro, que sabe mucho sobre excusas, holgazanería y placeres inmediatos, pero sobre voluntad, no sabe nada. Eres tú el que debe elegir no escucharlo. Si bien, no le puedes prohibir hablar, sí puedes decidir no darle valor a sus argumentos vagos y perezosos. Y que no se te ocurra razonar con él, ¡seguro que te convence! Y ya sabes lo que sucede cuando pierdes: sentimiento de culpabilidad, baja autoestima, remordimiento y retraso en tus planes. De verdad, no vale la pena.

Consejo: no le dirijas la palabra. Ten preparada la técnica del disco rayado. Consiste en repetir una frase una y otra vez, con el mismo tono de voz. Puedes decirle algo así como “diablito pequeñito, tírate a la hamaca, pero yo salgo a correr”  

Cambia de hábitos

Si hablamos, por ejemplo, de hacer una dieta, es preferible no prohibir alimentos, pero sí aprender a comer de forma distinta. Las prohibiciones nos incitan a cometerlas, son atractivas y suponen un reto para el cerebro. Contrariamente, los pequeños cambios pueden ser atractivos. Los cambios nos sacan de la zona confortable, pero también es cierto que despiertan la curiosidad y el interés.

Consejo: trata de hacer pequeños gestos que te obliguen a hacer cosas de forma diferente. Esto refuerza y entrena tu voluntad. Cambia la ruta cuando vayas del trabajo a la casa, come o lávate la boca con la mano no dominante, lee algo que no sea de tu interés, corre doscientos metros más de lo previsto. No recortes tus acciones, esfuérzate. (143)

Elige en qué invertir tu voluntad

Tenemos una cantidad limitada de fuerza de voluntad, así que no puedes exigirte en todo. Las exigencias y los perfeccionismos son enemigos de la fuerza de voluntad. Tienes que elegir los frentes en qué invertirla. No trates de querer perder peso, dejar de fumar, hacer ejercicio, beber menos y aprender un nuevo idioma al mismo tiempo. Podrías reventar solo de planearlo. Nos pasamos mucho tiempo al día controlando. No solo controlamos cuando tomamos decisiones, sino también controlamos pensamientos y emociones. Controlas más de lo que imaginas, pero no eres consciente de ello.

Consejo: elige el objetivo en el que vas a utilizar parte de tus reservas de voluntad. Y cuando ese objetivo se haya convertido en un hábito -después de una media de 66 días- , entonces, a otra cosa. Vuelves a elegir un nuevo objetivo. Ordena, si es posible, las tareas más tediosas para realizarlas cuando más voluntad tienes. Si empiezas a hacer uso de la fuerza de voluntad por la mañana, por la noche llegarás exhausto. (144)

Aprende a buscar motivaciones internas, que den
significado a tus cambios

Los premios, como pagar a los que hacen lo que deben, anulan la fuerza de voluntad. La persona aprende a buscar siempre una recompensa externa. La recompensa debe ser la satisfacción por el deber cumplido, ser fiel a tus objetivos, etc.
Necesitas buscar qué sentido tiene para ti implicarte en alguna actividad u objetivo. Sin sentido, la fuerza de voluntad será escasa.
Por eso nos cuesta tanto seguir los consejos de los demás, porque lo que sirve para unos, no necesariamente motiva a otros. Busca tu motivo y tu sentido. ¿Para qué lo haces?

Consejo: cuando tu hijo te diga: “¿Qué me das si recojo la basura?”; contéstale que las gracias. Y punto. Lo mismo puedes hacer contigo mismo. Refuerza tus valores, pero no te premies con un dulce si has cumplido con tu dieta. (145)
Cuando inviertas en fuerza de voluntad y consigas lo que te has propuesto, acuérdate siempre de reforzarlo y darte valor: “He podido, he sido capaz…”

Pensar que sí puedes aumenta la probabilidad de poder

Decimos que la fuerza de voluntad es como un timón porque te guía hacia el objetivo deseado. Cuando dejas de tener fuerza de voluntad te sientes como un barco a la deriva. El timón está en manos de tu monólogo interior. Lo que te dices influye en cómo te sientes y en lo que haces o dejas de hacer.

Consejo: ten preparado un pensamiento condicional efectivo: “Si esto…, entonces…” Te ayudará a tener una respuesta eficaz y que la situación no te coja por sorpresa. Por ejemplo, imagina que tienes una comida y estás a régimen. Vete preparado: “Si me ofrecen una copa, entonces diré que me traigan un jugo”. Elegir antes de vivir la situación, permitirá que no tengas que debatirte con el diablillo cuando te diga: “Que tanto es tantitito”.

El altruismo y los buenos gestos

Si inviertes tu tiempo y tu dinero en una buena acción, te sentirás reconfortado y aumentarás tu fuerza de voluntad. Elegir en qué invertirlo es un dilema moral y ético.

Consejo: imagina que últimamente has gastado mucho impulsivamente. ¿imagina en qué podrías dedicar una décima parte del dinero que ibas a gastarte en algo que no necesitas? Dedica ese ahorro a una lucha para favorecer alguna causa que concuerde con su escala de valores.

Se consciente de cuánto controlas y de todas tus renuncias

Hacen más ruidos los fracasos que los éxitos. ¿Eres consciente de lo que has conseguido en el día de hoy, en esta semana, en el mes, en tu vida? Seguro que no. Porque tus éxitos los interpretas como “lo que debería hacer”. El problema es que si la atención está puesta en lo que no controlas, terminas por creer que eres una persona sin fuerza de voluntad.    

Consejo: lleva un registro o un diario en el que contabilices todos tus “controles”. Cada vez que seas capaz de hacer una renuncia, anótala, escribe también cómo te hace sentir. Antes de escribir tu diario, haz una valoración general: “Tengo un 4 en fuerza de voluntad”. Después de un mes, vuelve a evaluarte. Seguro que la calificación ha subido. Tienes más voluntad de lo que imaginas. (147)

Deja de evitar las cosas

Cuando restringes en tu vida todo la prohibido, tampoco puedes entrenarte para saber cómo vas a reaccionar cuando algo de lo que has dejado de hacer esté al alcance de tu mano. Incluso el fenómeno de la saciedad termina por fortalecer la fuerza de voluntad. Es lógico, si has decidido reducir el consumo de alcohol, por ejemplo, no compres nada que pueda hacerte romper los límites. Pero no puedes limitar tu vida y dejar de salir con amigos. Tienes que tratar de hacer una vida medianamente normal..

Consejo: no evites las cosas, anticípate a ellas. Anticiparse significa planificar qué “picarás” si sales con amigos, llevar una lista al supermercado; en definitiva, elegir la línea de conducta adecuada para minimizar la impulsividad.

Ojo con las expectativas. Lleva una vida equilibrada

La fuerza de voluntad se nutre de glucosa y de descanso. Si no te alimentas de forma adecuada, y no duermes un sueño reparador, la voluntad se desgasta.
Parece contradictorio que, para hacer una dieta en la que te privas de azúcar, tu cerebro necesite glucosa para poder seguir haciéndola. Ojo con las dietas milagrosas.

Consejo: si tienes problemas del tipo que sea, asesórate con un profesional. La pseudociencia la dejamos para otro momento. Si pones tu cuerpo y tu cerebro al límite, no tendrás fuerzas para disfrutar de la vida. (148)

Apóyate en la gente

Si la fuerza de voluntad no se activa, que te ayude un amigo. Al menos en alguna ocasión. Hacer deporte en equipo es una motivación extra. Al igual que trabajar en equipo en la empresa. Las personas que te quieren podrán ayudarte a cambiar el estado emocional en época de vacas flacas.
Contar con un grupo de apoyo es esencial cuando no encuentras la fuerza suficiente. Si no cumples, no te fallas solo a ti, sino también al grupo.

Consejo: busca alguien a quien “empujar” y busca también a alguien que te empuje a ti. Compartir y trabajar en equipo puede ser tremendamente placentero. Para ello necesitas ser flexible, tolerante y saber delegar. (149)

Y por último… desmitificar la fuerza de voluntad

Lo de Rocky es una película y muchas veces puede inspirarnos la motivación que nos hace falta. Pero la voluntad no es algo inagotable, y mucho menos un recurso que divida a las personas entre los dignos (que alardean de tener una fuerza de voluntad infinita) y los no dignos (los que creen tener menos).

Consejo: cuando te falte la fuerza de voluntad, tira de otro recurso. No es la única aliada para conseguir lo que deseas.

Como adultos educadores, tenemos que educar la voluntad de las personas a las que dirigimos. Flaco favor hacemos sobreprotegiendo a los nuestros. Tratamos de que no se frustren, pero limitamos su capacidad de lucha. Si los niños no aprenden desde pequeños a tener paciencia e invertir el esfuerzo necesario para alcanzar sus objetivos, terminarán por convertirse en adolescentes caprichosos, carentes de motivaciones. Y no serán capaces de competir de forma sana por un puesto de trabajo o por superarse a sí mismos. Nadie se lo habrá enseñado.


martes, 18 de julio de 2017

Cuenta Contigo, parte 11

11
La terapia del caballo-secretaria

La vida no es fácil, para ninguno de nosotros.
Pero … ¡que importa! Hay que perseverar y, sobre todo,
tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado
para realizar alguna cosa y esa cosa hay que alcanzarla,
 cueste lo que cueste.

Marie Curie

Se encuentran dos abogados en la calle.
-Pepe, ¿cómo va todo?
-Genial, Luis. No te lo vas a creer, pero tengo en el despacho un caballo que es la mejor secretaria. Coge el teléfono, atiende a mis clientes, contesta correos y sabe hasta de Derecho, un lujo.
-¡No me digas, Luis, no me lo puedo creer. Yo quiero un caballo como el tuyo, ¿cuánto cuesta?
- Seis mil euros, pero lo amortizas en nada.
A los seis meses se encuentran otra vez en la calle.
-Pepe, cabrón, el caballo no contesta correos, ni habla castellano, ni nada de nada.
-¡Ay, Luis, no hables así de tu caballo que no lo venderás.

Muchas veces proyectamos hacia afuera la imagen que Luis proyecta de su caballo. La mayoría de las veces te infravaloras, te llenas de una falsa humildad y transmites hacia fuera que no eres lo suficientemente bueno, capaz o habilidoso.

                                                         Momento libreta…
Valoremos tres puntos importantes: lo que tú crees que eres, lo que los demás ven en ti de verdad y lo que crees que los demás ven (tu interpretación). Compara estos tres puntos de vista, analízalos y saca tus conclusiones.

  • ¿Cuál es la imagen que proyectas de ti?
  • ¿Se corresponde esa imagen con tus fortalezas, tus habilidades, tus áreas de mejora? Es decir, ¿lo que los demás ven es lo que eres?

La visión que das de ti mismo, condiciona la opinión que los demás tienen de ti. ¿De verdad crees que alguien puede confiar en ti si no lo haces tú? Si no cambias la visión que tienes de ti mismo, puedes perder oportunidades. Nadie quiere salir con una persona que no se quiere y deja en manos de terceros su felicidad.

Pueden darse tres situaciones:
  1. Lo que los demás ven es lo que hay. Tu imagen corresponde con la visión que tienes de ti mismo. Esto no implica que no puedas mejorar áreas, pero si te define como alguien coherente.
  2. Lo que los demás ven es mejor que lo que tú ves. Puede ser que no valoras tu trabajo, tu físico, tanto como si lo hacen los demás. Muchas personas con baja autoestima no aprecian sus fortalezas y por ello no las tienen en cuenta. Pero desde fuera se ve un gran trabajo, a una gran persona y a alguien bueno y capaz.
  3. Tú aprecias más cosas positivas en ti que lo que percibe la gente. Entonces puede que te esté fallando el canal de la comunicación y la credibilidad. Hay personas brillantes que no parecen creíbles a los demás. Se muestran ante otros con baja confianza, gestos desvalidos, hablan bajito, dudan de sus propuestas, participan poco y esto no genera una imagen de confianza, a pesar de que ellos sepan que son brillantes. Muchos deportistas de alto rendimiento brillan en sus entrenamientos y no en sus competiciones. El motivo es similar: variables psicológicas como la duda, la ansiedad o la falta de concentración impiden que se vea tu mejor versión. Pero esta sí existe, y ellos saben que es así. 


Cómo convertirnos en un caballo-secretaria de diez

1. Trabaja tu postura corporal

La comunicación no verbal es importante, tanto como lo que decimos. Y además tiene más credibilidad que la comunicación verbal. Se debe a que es más difícil de manipular. Tus gestos, tu postura, tu expresión facial, cómo te vistes: todo habla de ti.

Por norma general, las personas que se sienten seguras sonríen, dan la mano con firmeza, mantienen contacto ocular, tienen postura armonizada y mueven las manos con naturalidad.
La inseguridad se muestra a través de gestos desvalidos; cabeza gacha; tics nerviosos; hablando con un volumen bajo, y a veces se esconde detrás de una forma de vestir que evita llamar la atención.
Si te identificas con alguno de estos signos no verbales, no tiene por que significar algo especial, pero si reúnes la mayoría, quizá estés transmitiendo esa imagen a los demás.

En mis conferencias suelo preguntar a la gente: “¿Qué interpretación sacas cuando alguien no te mira a los ojos mientras habla contigo?”. Las respuestas son variadas: me miente, me esconde algo, es tímido, no sabe de lo que habla, etc. Y quizá sea tímido, pero su interlocutor está interpretando que le está engañando. No sé de quién es la mítica frase: “No existe una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Te has esforzado mucho con tus estudios, con tus prácticas, te ha costado mucho montar una empresa, para que ahora una simple caída de ojos te deje en el camino.
Leí una vez en un libro de habilidades sociales que nuestro cerebro tiende a hacer juicios de valor en los primeros segundos sobre: la orientación sexual, la condición social, el grado de conformidad, la inteligencia, la simpatía, la religión y la clase social. No es algo que realicemos en forma consciente. No nos dedicamos a despellejar a nadie, pero nuestro cerebro saca esas conclusiones cuando ve a alguien por primera vez.

Cuida tu imagen, no para convertirte en lo que no eres, pero si para transmitir valores y tu personalidad. Debes tener en cuenta tu higiene. Y trata de que tu imagen corresponda con lo que quieres que vean en ti. Se trata solo de sentido común.

2. Sé alguien creíble para los demás

Una persona creíble es alguien que nos transmite seguridad. La seguridad la generan varios puntos:

  • La reputación. Los éxitos cosechados por una persona nos dicen de ella que sabe cómo resolver su trabajo.
  • El aspecto físico. Si no tienes reputación, el aspecto físico es vital. Si te presentas como preparador físico y estás pasado de peso, tu credibilidad bajará. Hará que duden a priori de ti. 
  • El conocimiento es clave. Al final te contratan por lo que sabes y por cómo pones en práctica eso.
  • Honestidad y sencillez y transparencia. Creemos en las personas con buenas intenciones y con buenos sentimientos. Si transmites lo que sientes, también aumentará tu credibilidad. Las personas emotivas permiten que nos acerquemos a ellas a través de la franqueza de sus sentimientos.
  • Asumir errores. Todos cometemos errores, y admitirlos nos hace humanos. Transmite también como resolviste la situación y lo que supuso el aprendizaje.
  • No exagerar. Las exageraciones generan duda. Habla de tus éxitos desde la humildad. Solo tienes que decir en qué eres bueno, lo que conseguiste, y a la vez compartir tus medallas, ser agradecido con quien te ayudó y valorar el esfuerzo que invertiste para alcanzarlo.
  • Se dinámico, divertido y optimista. Las personas que nos hablan de soluciones nos infunden esperanza. Estamos cansados de tanto pesimismo. Cuando llega a tu vida una persona que sonríe, que se expresa con ilusión y pasión, que te dice con argumentos que sí se puede, es como si nos recargaran de pilas.

  • Comunicación. Sé claro, directo y sencillo. Olvida la retórica. No se trata de impresionar a nadie, solo de hacerte entender. Hay personas que hablan más para escucharse ellas mismas que para llegar a los demás.
  • Ten palabra. Hoy en día nadie se fía de nadie. Tener palabra significa ser respetuoso con lo que te comprometiste. Sin necesidad de firmar papeles.


3. Elabora una imagen positiva de ti, basada en la verdad

Cuando hacemos valoraciones sobre deportistas de élite o personas a las que admiramos, siempre suelen poseer el valor de la humildad.
Una persona humilde es aquella que es capaz de hablar de sus virtudes, de reconocer en qué medida interviene y es responsable de su propio éxito, y que reconoce que parte de sus logros son fruto del trabajo en equipo y de la gente que lo apoya, y que además sabe en qué puede mejorar. Se puede ser humilde y transmitir una imagen positiva de uno mismo.

Ensaya delante del espejo el hablar bien de ti. Si no estás acostumbrado a saber dónde está tu talento, a contar a los demás qué cosas se te dan bien y cuáles son tus valores, cuando necesites hacerlo no te saldrá con naturalidad.

4. Habla de ti, date a conocer, pero siempre bajo el paraguas de la prudencia

No solo necesitas “venderte” en una entrevista de trabajo. También es importante presentar tus argumentos con seguridad en una reunión, saber decir con confianza lo que piensas en tu grupo de amigos o poder hablarle a tu entrenador sobre los cambios que ves importantes en el equipo, sin dudar de que tu propuesta merezca ser escuchada.

La gente no tiene la capacidad de adivinar qué pasa por tu mente si tú no lo  expresas. Deja que te conozcan a ti y a tus argumentos, a tus proyectos y a tu trabajo. Y si tienes miedo, lo tendrás que asumir.
El mundo laboral, de las parejas y las amistades, y todo tipo de relaciones, están en este momento en continuo cambio. Es muy fácil ser visible y hacer contactos. Pero tienes que salir de tu zona confortable para darte a conocer. Si no estás en las redes sociales no existes.

5. Formalidad, formación y preparación

Debes conseguir entrar en un grupo, hacerte escuchar y ser creíble. Y además, mantenerte. La estabilidad y la credibilidad te la darán tu seriedad y responsabilidad en el trabajo. Las personas nos fiamos de la formalidad. Y esta se demuestra:

  • Siendo puntual. Cuando alguien tiene que esperarte, interpreta que no te organizas, que faltas el respeto a su tiempo. Hacer esperar a alguien es ponerte en su contra antes de empezar. Da mala imagen y es algo que puedes evitar.
  • Cumpliendo los plazos que acuerde. No te comprometas con plazos irreales que te van a estresar. Trata siempre de poner un plazo con el que puedas entregar tu trabajo un día antes de lo marcado. Así tendrás un día de plazo por si ocurre algún imprevisto. (136)
  • Atendiendo a las personas y no evitándolas. Da muy mala imagen no atender a las personas. Si por algún motivo no puedes contestar una llamada inmediatamente, responde en cuanto puedas, devuelve siempre las llamadas perdidas. Nos gusta relacionarnos con personas educadas y formales.
  • Expresándote de forma oral y escrita sin faltas ortográficas o gramaticales. Nada empeora más la imagen de alguien que oír atropellos gramaticales.
  • Autocontrolándose. Las personas que no manejan sus emociones distan mucho de parecernos buenos profesionales. Cuando tienes argumentos suficientes, sobran las expresiones exageradas, elevar la voz u otras maneras de llamar la atención. Quien tiene razones y argumentos sabe que con ellos es suficiente para convencer.


  • Mostrando respeto y educación hacia el otro. Deja hablar, escucha y valora al cliente, al deportista o a tu hijo. Nos gusta relacionarnos con personas de trato fácil. Sabes que siempre tendrán una sonrisa y una palabra amable. Generan un clima de tranquilidad a nuestro alrededor en el que es fácil conversar y relacionarnos.


Lo que tú ves en ti es lo que los demás ven en ti. Si no cuidas esa imagen interior y exterior, quizá nunca llegará nadie a darte la oportunidad para poder demostrar lo eficaz, apasionado y preparado que estás. No se trata de vender un caballo-secretaria, no existen. Pero sí de tener la oportunidad que mereces. Porque tú eres real y valioso.

miércoles, 12 de julio de 2017

Cuenta Contigo, parte 10

10
La falta de talento no te limita,
te limitas tú

Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su
capacidad para trepar un árbol, pasará el resto de su 
vida pensando que es un idiota.

Albert Einstein

Tienes talento, pero no crees en ti. Con la idea de que no eres capaz, creces, pero no te desarrollas, o por lo menos no lo haces en la dirección que te gustaría.
Las circunstancias de la vida a veces nos llevan a olvidar nuestros talentos en pro de la responsabilidad y el deber. El talento está en lo que te apasiona, no en lo que te conviene.
Si no hacemos triunfar el talento es como si no lo tuviéramos. El éxito no está en ser excepcional, sino en hacer las cosas de forma excepcional.

                                                           Momento libreta….
Si crees que no tienes talento, haz estas dos reflexiones:
  1. ¿A que te gustaba jugar, qué te gustaba hacer o con qué fantaseabas cuando no tenías la responsabilidad de pagar una hipoteca, cuando eras niño o cuando no tenías obligaciones que te encadenaran?
  2. De tus aficiones, si pudieras dedicarte profesionalmente a una, ¿cuál sería?
Creemos que aquello que realizamos con facilidad no es digno de ser un talento porque no nos cuesta. Cuando precisamente la facilidad para hacer algo es una de las definiciones del talento. No le damos valor a lo que no cuesta.

                                                       Momento libreta…
Si todavía no has dado con tu talento, hazte otra pregunta:
  • ¿Qué suele valorar de ti la gente, en qué te dicen que eres brillante?
Lo que la gente valora de ti suele ser también parte de tu talento: tu agilidad mental, cómo cantas, tu capacidad para escuchar. Actividades que para otros son difíciles, algunas personas las resuelven con enorme facilidad y disfrutando de ellas.
Muchas son las personas que frustraron sus aficiones y han decidido dedicarse a ellas en un momento de equilibrio y paz en sus vidas. No siempre podemos optar por hacer lo que nos gusta y convertirlo en una profesión. Pero siempre hay tiempo para retomarlas, formarte, entrenarlas, y quien sabe si algún día, poder vivir de ellas.

Diez claves para desarrollar tu talento

1. Deja de cuestionarte si lo tienes o no

“Es que yo no soy capaz” es la reina de las excusas. Se lleva el Oscar al obstáculo de tu vida. Menos pensar y más actuar. Pierdes mucho tiempo preguntándote si lo conseguirás, si valdrá la pena, si esto si lo otro… si ese tiempo lo inviertes en formarte, seguro que conseguirás mucho más.

2. Las descalificaciones son para el deporte,no para mandarte mensajes a ti mismo

Si marchas mal, te descalifican; si te pasas del tiempo asignado, te descalifican; pero tus palabras, sin ni siquiera haber actuado, ¡No te descalifican!
Conocer nuestro talento y nuestras virtudes nos permiten explotarlas y sentirnos seguros. Nadie nos regala nada. Somos nosotros quienes nos esforzamos. No puedes hablar mal de ti y de tus habilidades. Está bien que reconozcas cuáles son tus áreas de mejora, pero no las utilices para dejar de andar, sino para aprender.

Aprende a relacionarte contigo mismo como si fueras tu amigo, o alguien a quien debes motivar. Te debes ese respeto y esa amabilidad. Nadie quiere salir de la zona de confort si de antemano cree que va a fracasar.

3. Tus experiencias pertenecen al pasado y no dicen nada de lo que eres o no eres capaz de hacer en el presente y en el futuro 

Tú, hoy, no eres el de ayer. Es cierto que las experiencias van conformando nuestra forma de ser, también lo es que podemos llevar a cabo experiencias nuevas o incluso repetirlas y vivirlas de distinta manera.

Tu memoria tiene historias de superación y de frustración. Todos tenemos experiencias negativas, pero esas no son las que te limitan. Lo que lo hace es el valor que les das y como las interpretas. Si piensas que te definen, y que la lectura es “si ya salió mal es que yo soy malo y no valgo para esto”, jamás darás el paso. Las experiencias negativas pueden darte pistas de lo que no debes volver a hacer, pero no son el fin. Seríamos más felices si fuéramos capaces de aceptar el fracaso sin tener que justificarlo. Las personas seguras pueden hablar de sus errores sin buscar excusas que lo justifiquen. “Sí, me salió mal”, “Me equivoqué”, “Me precipité”. Así, sin más. (118)

4. No permitas que otros te limiten

Ya tienes suficiente con tus propias limitaciones. Hay muchas personas a tu alrededor con intereses incompatibles con los tuyos. Desarrollar el talento te va a llevar tiempo. Y para tener tiempo, deberás renunciar a otras actividades. Te encontrarás con personas tóxicas que te dirán que no lo hagas. No faltará el que con rabia y envidia, te diga que que pereza, que si tienes algún problema para evadirte. No lo atiendas.
Pueden ser buenos amigos porque tienen otras virtudes, pero, en este caso, desatiende a quien te dice que no puedes.

5. No subestimes el esfuerzo que necesita desarrollarse

Si piensas que no eres bueno, igual es que no has entrenado lo suficiente. Muchos tiran la toalla porque no tienen la cultura del esfuerzo. “El genio se hace con 1% de talento y 99% de trabajo”, decía Albert Einstein.
Larry Bird decía: “Es curioso, cuánto más entrenamos, ,más suerte tenemos”. Y es que el talento necesita acompañarse de esfuerzo y trabajo. Y Magic Johnson apuntó: “El talento nunca es suficiente. Salvo muy pocas excepciones, los mejores jugadores son los que más duro trabajan”. Quizás solo te falta invertir más tiempo.

6. Sé curioso

Decía Einstein que él no tenía un talento especial, sino que era apasionadamente curioso. La curiosidad te lleva al aprendizaje significativo. Descubrir, investigar, practicar el ensayo y error… en definitiva, jugar con tu talento y con tu pasión.

A las actividades que nos despiertan curiosidad les dedicamos más tiempo y no tenemos la sensación de estar estudiando en forma forzada, sino aprendiendo con curiosidad. Cuando te preparas para algo sin prisa y disfrutando de la enseñanza, lo que aprendes, perdura y afianza tu talento.

7. Busca ejemplos

La historia está llena de superaciones, de personas que aparentemente no parecían capaces de conseguirlo, pero lo fueron. Es a ellas a las que tienes que seguir. Nada te diferencia de ellos, salvo la actitud y la confianza de que tú también puedes.
 
8. Tiempo y recursos

El tiempo y los recursos no siempre son imprescindibles, pero si se dispone de ellos, mejor.
En Kenia tienen al mejor grupo de corredores de maratón del mundo. Abel Kirub, doble campeón del mundo, es el hombre que lidera a los más de mil atletas que salen cada día a correr por los montes del país a las seis de la mañana. Viven en barracones desvencijados que forman parte de su centro de alto rendimiento. A veces pasan tres días sin agua ni luz. Pero él se siente a gusto y dice que en lo único que piensa es en correr, correr y correr. Es un antílope, como lo fue su abuelo.

Nada es imprescindible si tenemos una pasión. No dejes que la falta de recursos limite tu talento y tus sueños.
Aunque es cierto que si se tienden las ayudas, suman. Un deportista de élite no puede dedicarse por completo si carece de recursos económicos. En Barcelona 92, el arquero Antonio Vázquez pudo dejar su trabajo, tuvo un entrenador ruso, un sofrólogo que le ayudó a controlar la ansiedad, y toda la ayuda necesaria para que solo tuviera que pensar en el arco. El resultado habla por sí mismo.

9. Aprende a convivir con tus miedos, tus fantasmas e
inseguridades 

El aprendizaje requiere salir de la zona confortable y entrar en la zona de la incertidumbre. Y esta última conduce a la falta de control, que al final desemboca en miedo. Bienvenido míster miedo.
Tendrás que aprender a convivir con estas emociones y sentimientos: inseguridad, ansiedad, miedo, frustración, e incluso vergüenza y ridículo. Lo bueno es que estas emociones, si se canalizan, se aceptan y se gestionan con optimismo, dan lugar a seguir entrenando, a sentirse cada vez más seguro y a que un día te encuentres con otros sentimientos como la alegría, la seguridad, la tranquilidad o la confianza.

10. La flexibilidad también participa

Las personas rígidas, exigentes e inflexibles lo tienen más complicado para aprovechar sus talentos. Su idea de cómo tienen que ser los procesos les impide ir adaptándose al cambio y al desarrollo. Se sienten mal y se obsesionan con los errores. Piensan que equivocarse es dar un paso atrás, y no pueden verlo como parte del aprendizaje.
Para desarrollar tu talento, tienen que contar con otras personas y adaptarte a sus planes, horarios o ritmos distintos de aprendizaje. Ser flexible es tomarse la vida con otro ritmo y lidiar con dificultades y baches, dependan o no de ti.

La ira y la frustración, fruto de la inflexibilidad, te llevan a la parálisis. Piensa en si lo que te angustia hoy, seguirá siendo igual de importante en el transcurso de todo el proceso. Lo más seguro es que sea una piedrecita que en un momento viste como una roca. Y si tu entrenamiento se convierte en un campo de rodas, no lo podrás disfrutar.
Tienes talento cuando tienes la facilidad para hacer algo, cuando puedes repetirlo, cuando los demás te dicen que eres bueno y cuando lo disfrutas. Y recuerda, esfuérzate en la vida, siempre tendrás una recompensa. Las personas valoramos más la actitud que el talento.