martes, 9 de julio de 2019

El Cambio es hacia abajo, parte 7

Abrir el Corazón

Todos admitimos que el corazón es un símbolo del amor. Pero esta relación ¿es tan sólo simbólica? ¿O hay entre ellos una conexión real?
La mayoría de las personas han experimentado el rápido latir del corazón en presencia de un ser querido y también la sensación de peso en el corazón que sigue a una pelea de enamorados.¿Qué validez podemos conceder al concepto de, por ejemplo, corazón partido? Aunque los corazones no se rompen, cuando el amor es rechazado o se pierde a alguien querido, es claro que en semejantes situaciones algo se rompe.
¿Existe algo así como un corazón cerrado o un corazón abierto? Estas cuestiones son importantes para la comprensión no sólo de nuestros sentimientos, sino también de la salud del corazón, pues si damos por sentado que la conexión entre el corazón y el amor es real, se puede plantear la hipótesis de que un corazón sin amor debe inevitablemente languidecer y morir.

Desde las épocas más remotas el corazón ha sido un profundo símbolo en el pensamiento del hombre. No sólo simboliza el centro emocional de la humanidad, sino también el centro espiritual….En el corazón es donde nos encontramos con nuestro Dios en una relación cara a cara. El hermano David Steindl-Rast, monje benedictino, notable por su participación en el diálogo interreligioso, coincide con ello: Cuando finalmente encontramos nuestro corazón, encontramos el reino en que estamos íntimamente unidos con nosotros mismos, con los demás y también con Dios. Los Upanishads también sitúan al yo en el corazón: En verdad el Sí mismo es el corazón….Quien sabe esto entra en el reino celestial todos los días. 
Por metafóricas, espirituales y filosóficas que puedan ser estas enseñanzas, tiene que haber alguna base física real para esta repetida conexión entre el corazón humano y la fuente de la vida. Esta base resultaría ser el propio latido del corazón, el pulso rítmico que lleva la sangre vivificante por todo el cuerpo. Es la manifestación más clara de la fuerza vital en el organismo humano.

Abrir la personalidad significa abrir el corazón a una persona para que sea capaz de expresar y recibir amor. Una persona abierta siente en su pecho el afecto que los otros le profesan. Su sexualidad está imbuida de amor por su pareja, y cada paso que da es un contacto de  sentimientos con la tierra.
Cuando decimos de una persona que tiene el corazón cerrado, queremos decir que no se puede penetrar en él. Por supuesto, si realmente se cerrara el corazón, se moriría. Se puede, sin embargo, constreñir o restringir los intentos de llegar a su interior . Y uno puede convertir la caja torácica en una prisión a base de tensiones musculares que rigidizan e inmovilizan el torso.

El pecho rígido e inflado, en el lenguaje corporal, está diciendo: No voy a dejar que llegues a mi corazón. Esta actitud del cuerpo es muy probablemente, el resultado de una decepción grave en una relación amorosa temprana, concretamente en la relación madre-hijo. Reich describe esta tensión como una forma de ponerse una armadura para evitar que le vuelvan a hacer daño. Sirve también para matar el dolor de la traición inicial y es por tanto, una defensa contra todos los sentimientos.

La depresión sobrevendrá a cualquier persona a la que le falte la fe en sí misma y que deba compensarlo haciendo diversas acciones, ya sea para conseguir una aspiración personal o para corregir una injusticia social. Así, el hombre de negocios exitoso es tan vulnerable a la depresión como el militante que busca darle la vuelta al sistema.
Porque más allá del sistema, lo que está en juego es un modo de vida en el que el individuo se vea a sí mismo como parte de un orden más amplio y alcance su individualidad al sentirse que pertenece y participa en él. Esto contrasta con una individualidad basada en el pensamiento y en una imagen adornada de uno mismo. 


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