martes, 29 de enero de 2019

¿Qué nos hace falta? parte 15

El miedo a la locura

Los sentimientos constituyen la vida y no es posible evitar completamente las experiencias emocionales, independientemente de qué tan tranquilo se quiera vivir. El narcisista enfrenta el riesgo de que los sentimientos lo abrumen y se vuelva un loco si se rompe su defensa de negación. Esto es especialmente válido cuando se refiere a la ira. Todos los narcisistas tienen miedo de volverse locos porque el potencial de locura radica en sus personalidades. Este miedo refuerza la negación del sentimiento, con lo que crea un círculo vicioso.

Parece ser que todas las personas que fueron golpeadas en su infancia por sus padres albergan una ira asesina. Ya de adultos, la mantienen reprimida pues el hecho de expresarla significaría que se está tan loco como su furioso padre. Para proteger la cordura, rechaza su ira. Si se pierde la cabeza, se puede matar a alguien.

LA EXPLOSIÓN DEL PSICÓPATA

Otros narcisistas cuyos egos son más débiles no pueden contener su ira asesina. Hoy en día es bastante frecuente leer o escuchar la noticia de alguien que enloqueció y asesinó a varios desconocidos, por quienes no podría sentir una enemistad personal. ¿Cómo es posible que alguien aparentemente cuerdo enloquezca repentinamente? Eso no tiene sentido. Tuvo que haber un defecto en la personalidad de esta gente.
Más por debajo del defecto en la estructura de personalidad debe haber una fuerza subconsciente que, cuando acumula suficiente presión, irrumpe en forma de acción destructiva. Esa fuerza es el sentimiento de cólera que se negó. Es curioso que con frecuencia se refieran a los asesinos psicópatas como personas amables o buenas quienes los conocen en la vida cotidiana. Esta es la fachada que presentan para ocultar sus sentimientos, pero eso hace que aumente su tendencia a explotar.

EL SENTIMIENTO DESBORDADO

No hay forma de saber cuando ocurrirá una explosión. Sin embargo, cuando esto pasa, podemos rastrear la secuencia de acontecimientos. La ola de sentimiento surge del inconsciente, irrumpe a través de la fisura e inunda la conciencia. El sentimiento es tan fuerte que el ego no puede controlarlo ni tampoco a la conducta resultante.
El término adecuado es Desbordado. En psicología se usa para describir la condición de una persona que es arrollada por algún sentimiento o excitación. El ego o mente perceptual se ahoga momentáneamente en un torrente de sensaciones.
Cuando el desbordamiento cesa, se vuelven a establecer nuestros límites y recuperamos nuestra percepción de la realidad. Pero si el desbordamiento no cesa, si persiste el sentimiento de embotamiento, el ego se debilitará más, al grado en que ya no podría volver a tener el control. La realidad se mantiene vaga e incierta.

Por lo general, cuando hay un brote psicótico, la recuperación es más rápida cuando se descarga el afecto o el sentimiento. Si se deja que salga el vapor, la presión se reduce. La descarga de la presión que se acumula en el cuerpo contribuye en gran medida a la salud y cordura.

EL DERECHO A ENOJARSE

El enojo no se considera una emoción aceptable. A los niños se les enseña desde temprana edad a refrenar su enojo. Es frecuente que se les castigue cuando lastiman a alguien en un arranque de cólera. Se les hace la advertencia de que las disputas deben resolverse de manera amistosa y mediante la palabra.
Pero no siempre los conflictos pueden resolverse amistosamente, mediante el razonamiento. A veces los temperamentos se inflaman. Aunque no es necesario recurrir a la violencia física para expresar un sentimiento de enojo. El enojo puede expresarse con la mirada o con el tono de la voz. Se puede afirmar con carga emotiva: Estoy enojado contigo.

Si a los niños se les permitiera expresar su enojo contra los padres cuando sienten que tienen razón para reclamarles, tendríamos muchas menos personalidades narcisistas.
El otorgar este derecho al niño demostraría un verdadero respeto por los sentimientos y la individualidad del niño.
Los japoneses, no creen que sea conveniente disciplinar a los niños antes de los seis años. Antes de esa edad, se considera que los niños son seres inocentes a quienes no hay que enseñar a distinguir entre el bien y el mal. Los niños japoneses tienen fama de bien educados, obedientes y respetuosos con sus padres.

Además de haber negado al hijo el derecho a expresar su enojo, los padres también inhiben la expresión de su propio enojo. Incapaces de expresar adecuadamente su cólera, los padres recurren al castigo, lo cual les parece una forma legítima de ejercer la autoridad paterna. Es posible que haya sitio para el castigo en la crianza de los hijos, pero en muchos casos eso sirve como pretexto para que los padres liberen la ira y el enojo reprimidos.

El contexto terapéutico es el lugar adecuado para expresar y descargar estos sentimientos. El paciente puede soltar el control porque el terapeuta está en control de la situación. Les pido a los pacientes que golpeen la cama con los puños o con una raqueta de tenis, con toda la fuerza y la violencia que puedan tener. También los aliento a que verbalicen sus sentimientos.
A pesar de los gritos, los alaridos y la violencia, los pacientes nunca se sienten locos al liberar sus sentimientos. Una vez que los aceptan, terminan por sentirse dueños de sí mismos y por darse cuenta de que la verdadera locura era la sonrisa congelada, la pose de niño bueno y la negación del sentimiento.

Para que los narcisistas lleguen a conocerse, deben aceptar su miedo a la locura y sentir la rabia asesina que llevan dentro y que identifican con la locura. Lo que ellos creían demencial -su enojo- es un hecho mentalmente saludable si son capaces de aceptarlo. Por el contrario, aunque les parezca sensata su conducta sin sentimientos, realmente es demencial.

martes, 22 de enero de 2019

¿Qué nos hace falta? parte 14


El horror:La cara de la irrealidad

Superficialmente es difícil detectar la falta de sentimiento en el narcisista, excepto por dos signos. Uno es la presencia de una fachada, lo que revela que la persona está funcionando en términos de una imagen en vez de un yo que siente. La fachada se reconoce por el hecho de que siempre tiene una expresión fija, por ejemplo, la sonrisa congelada. El otro signo es la expresión especial de los ojos -o, más bien, la falta de expresión en la mirada. Los ojos están apagados; no hay la menor expresión de sentimientos.
Mentalmente los narcisistas suelen ser sagaces y alertas, sin embargo, su pensamiento no está conectado con el sentimiento, sus mentes funcionan como si fueran computadoras. Al dirigirnos su mirada, nos ven, pero no como un ser que siente, sino sólo como una imagen. En este sentido, hay una ruptura muy fuerte con la realidad.

Para entender el conflicto narcisista, debemos comprender que la reacción de la gente ante la experiencia del horror consiste en negar dicha experiencia. Debemos saber qué es el horror y qué acontecimientos en el hogar lo originan.

HORROR VERSUS TERROR
Según la definición del diccionario, terror denota un miedo intenso que en cierta medida se prolonga y puede referirse a peligros imaginarios o futuros. Horror conlleva un sentido de conmoción y espanto. Uno se horroriza al presenciar un ataque brutal contra otra persona, pero se aterroriza cuando el ataque es contra uno mismo.
El horror no es una emoción porque no hay ningún movimiento o impulso asociado a él. Por otra parte, en el terror hay una fuerza motora real o potencial. En el horror, a diferencia de lo que ocurre en el terror, el cuerpo no resiente casi nada, pues no existe la amenaza de un daño físico. El horror afecta principalmente a la mente. El horror embota la mente. Paraliza el mecanismo mental, así como el terror paraliza el mecanismo físico. Uno podría alejarse de una escena de horror aparentemente sin daño físico, pero no podría pensar en otra cosa sino en el horror que acaba de presenciar. En su mente, uno repite una y otra vez la escena, en busca de un sentido, sin hallarlo.

EL HORROR EN LA FAMILIA
En una situación de horror, todos tenemos tendencia a no creer en la información de nuestros sentidos porque contradice nuestra imagen de la realidad. Para proteger nuestra salud mental, nos disociamos de la experiencia -se vuelve irreal-, un mal sueño.
Si la experiencia de horror es única, la disociación se limita a esa situación, pero si el horror es continuo, si uno vive una situación así, la disociación se  integra al cuerpo de uno como una separación entre las funciones preceptúales de la mente y las funciones sensoriales del cuerpo. La negación de las emociones se vuelve un hábito que se arraiga en la personalidad. La acción se emprende únicamente con base en la razón y en la lógica. Uno vive en un mundo divorciado del sentimiento.

La única forma de superar las consecuencias del horror en la personalidad consiste en activar los sentimientos de la persona para que pueda liberar mediante la palabra estas experiencias dolorosas -llorar por ellas, enojarse por ellas, o ambas cosas.
La gente que ha vivido experiencias de horror en su infancia posee una cualidad irreal en su personalidad. No sólo parece estar fuera de contacto con su yo que siente, también parece no tener contacto con la capacidad emotiva de quien las escucha. Su mirada nos ve, pero no nos toca. Una concha cubre la experiencia de horror. Esta experiencia se mantiene enterrada -una bomba de tiempo que al explotar podría producir la locura.

¿Qué tan común es la experiencia de horror en la infancia? Es bastante frecuente ver padres que gritan y pelean entre sí. La mayoría de los niños aprenden a soportar los pleitos de sus padres, pero el precio que pagan es la disociación respecto del mundo de los sentimientos.
La tragedia de los narcisistas consiste en que, en un plano muy profundo, se desesperan por amar y que los amen, pero no pueden expresar estos sentimientos, o no se atreven a expresarlos. Eso les causaría mucho dolor.

Detrás de la traición y la herida esta el amor original. Ese amor es lo único que puede hacer que una persona sienta su yo como válido, como un yo capaz de amar y que lo amen.
Sólo mediante la expresión de los sentimientos puede alguien entrar en contacto con su verdadero yo. Es una tarea que toma tiempo, pues deben someterse tanto las defensas físicas (tensiones musculares) como las barreras psicológicas (la negación).
La negación de nuestros sentimientos constituye una locura porque es lo mismo que negar el yo.
El hecho de que una madre exija que su hijo subalimentado responda a las necesidades de ella, constituye otra forma de locura. Además, de que no importa que forma asuma, la locura produce una sensación de horror.

FORMAS DE CRIAR A LOS HIJOS
Con frecuencia los adultos no logran darse cuenta de los horrores y terrores que afectan la vida de tantos niños. Cuando conversan sobre las distintas formas de criar a los hijos, lógica y fríamente sopesan las ventajas y desventajas para los padres, pero no toman en cuenta las consecuencias para sus hijos.
Un niño recién nacido tiene la expectativa biológica de que habrá una madre disponible de la manera en que las madres de los seres humanos han estado desde hace miles de años. Así, los bebes esperan que haya una teta disponible para su alimentación. Otra expectativa biológica en el recién nacido consiste en estar cerca del cuerpo de su madre. Esta carencia puede afectar el desarrollo emocional del niño en forma muy parecida a como lo afecta el horror.

Una de las formas de hacer que los niños se adapten al nuevo orden consiste en dejar que lloren hasta cansarse. La sensación de soledad y el verse privado del contacto con el cuerpo de la madre aterroriza al niño, el cual comienza a gritar y a llorar. No hay una madre en el reino animal que no responda ante el llamado de su cachorro. Sin embargo, algunas madres humanas consideran que esto es un error. Ceder ante el llanto del niño lo volvería malcriado.
La primera vez que ocurre esto, tal vez el niño llore durante horas antes de quedarse dormido. Si el mismo procedimiento se repite la noche siguiente, el niño no llorará tanto antes de quedarse dormido. Tal vez la madre piense que el niño aprendió la lección, pero lo que pasa es, sencillamente, que el niño no tiene suficientes fuerzas para repetir la función. Después de varias experiencias de este tipo, el niño aprende a no luchar para obtener el contacto con su madre. En realidad, el niño ha reprimido su anhelo de obtener este contacto y, en consecuencia, ya no siente el dolor de la frustración. Ha aceptado una nueva realidad en la cual no se expresa el deseo de intimidad y cercanía. Se han puesto los cimientos del narcisismo y de la personalidad limítrofe.

Así como los niños sienten el horror cuando presencian los pleitos a gritos de sus padres, también se siente algo similar en los hogares donde se niegan todos los sentimientos con el pretexto de que integramos una familia feliz.
Hay una relación entre el narcisismo y la locura. Un cierto grado de irrealidad nos hace dudar de su cordura. Pero hay una razón más para la negación de los sentimientos: el miedo a la locura si los sentimientos se manifestaran violentamente y arrollaran el ego.

martes, 15 de enero de 2019

¿Qué nos hace falta? parte 13

EL NIÑO Y SU LLANTO

Si el llanto es una función tan básica, ¿cómo es que lo perdemos? ¿Por qué a tanta gente se les dificulta llorar? El llanto de un niño es también un llamado dirigido a uno de los padres, ya que si bien, alivia la tensión, el llanto no quita lo que provocó la tensión, lo cual casi siempre, es la necesidad de contacto con uno de los padres. Si ese contacto afectivo no está próximo, la tensión persiste y también el llanto. Sin embargo, el llanto de un niño tiene un límite. No puede llorar indefinidamente; llega el momento en que no tiene más fuerzas para seguir llorando, por lo que se calla o se duerme, exhausto. Si siguiera llorando podría morir, ya que el niño tendría que recurrir a la energía que requiere para mantener sus funciones vitales. Esta experiencia es muy traumática, ya que establece en la mente del niño una asociación  entre el llanto profundo y la muerte.

Los infantes pueden llorar casi a partir del momento del nacimiento, y lo hacen con facilidad ante cualquier tensión externa que produzca un estado de tensión en el cuerpo. Los seres humanos son las únicas criaturas que pueden reaccionar de esta forma ante la tensión emocional y muscular.
Igualmente hay que reconocer que el llanto generalmente no es aceptable para los padres. A menudo los incomoda. Algunos creen que responder al llanto de un niño hace que éste tenga control sobre ellos. Consideran que se trata de una cuestión de poder. Otros padres son más abiertamente hostiles, le dicen al niño que si no se calla le van a dar una razón para que llore. Y de hecho, lo golpean para que deje de llorar. También están los padres que inculcan en el niño la idea de que nadie lo querrá si no sonríe. No es sorprendente que se tengan dificultades para llorar.
Por otro lado, lo que determina el alivio no es la cantidad de llanto sino lo profundo del llanto

LA CASTRACIÓN PSICOLÓGICA

Suprimir los sentimientos sexuales mediante la tensión crónica de la musculatura pélvica constituye realmente una castración psicológica. En otras palabras, significa la pérdida de la sensibilidad sexual en el cuerpo, especialmente en la pelvis, aunque se mantiene la sensibilidad en los genitales. Es la limitación de la respuesta orgástica.
Para volver a tener sensibilidad sexual en la pelvis, debe percibirse la tensión en esa zona y experimentar el miedo a la castración que eso representa.

El placer y la satisfacción sexual dependen de la descarga de la excitación y de la liberación de la tensión. El hombre debe rendir su erección para alcanzar el orgasmo. El énfasis en la potencia erectiva en vez de la orgástica proviene del compromiso de estar allí para la mujer. La satisfacción sexual propia se vuelve secundaria.
El narcisista utiliza el sexo como una defensa contra los sentimientos, los de necesidad de amor, el miedo al rechazo, la impotencia orgástica. Emplean el sexo como un substituto del amor y la intimidad. Tienen miedo a la intimidad, porque en ella se requiere que el yo se manifieste tal cual es. No se puede tener intimidad y a la vez ocultarse detrás de una máscara o una imagen. En consecuencia, el sexo se vuelve un acto mecánico entre dos cuerpos, mientras que los sentimientos son provocados por alguien que sólo existe en la fantasía y hacia ese ser fantástico se dirige la respuesta afectiva.

Toma tiempo ver a una persona. Si uno esta muy ocupado con la consecución de un objetivo, sólo ve a la otra persona como una imagen. Uno no dispone del tiempo necesario para cambiar el enfoque y permitir que aparezca con toda claridad la individualidad de la otra persona. Si lo hiciéramos, en ese momento la otra persona sería más importante que nuestra meta, pero eso es muy difícil para los narcisistas.
El consejo que yo le doy a la gente es que mire antes de tocar. Vea quien es la otra persona y dónde está antes de acercarse a ella, si lo que se desea es un verdadero contacto afectivo.

¿Qué es LO COMÚN?

Si no se renuncia a la imagen de ser especiales, no hay oportunidad de recuperar la sexualidad que es común a toda la gente.
Al decir esto, no niego que la gente tenga realmente dones especiales. Cada uno de nosotros es un ser único, con sus propias capacidades y talentos, diferentes a los de las demás personas. Pero eso no nos hace especiales, ya que aceptamos que también los demás poseen dones y talentos especiales que tal vez nosotros no poseemos. La verdadera identidad se deriva de la herencia común, no de lo especial que uno posee.
Lo que es común a toda la gente es el cuerpo y su funcionamiento. En un plano básico, todos los cuerpos funcionan de manera similar. Para ser especial, uno niega la identificación con su cuerpo y sus sentimientos, ya que esta identificación significaría que uno es como los demás. La persona especial tiene que estar por encima del cuerpo y los sentimientos.

La gente del vulgo se tiene una a otra; comparten la lucha común. Mientras que la persona especial vive en la nubes, en las imágenes, la gente común tiene sus raíces en la realidad de la vida. Esta gente ríe y llora, siente placer y dolor, conoce las penas y las alegrías. La persona especial imagina su vida. Y de esta manera la persona especial si que crea un destino especial -ver que su imagen se desmorona, como se desmoronó Dorian Gray cuando la realidad se le enfrentó.
Su necesidad real es aceptarse como es, lo que significa aceptar todos sus sentimientos -sus temores, su enojo, su tristeza e incluso su desesperación.
La verdadera belleza, tanto para el hombre como para la mujer, radica en una energía interna, no en la apariencia externa. 


martes, 8 de enero de 2019

¿Qué nos hace falta? parte 12

EL MIEDO A LA DEBILIDAD

Una vez que uno piensa en términos de poder, sólo queda la lucha por más poder. El poder no sirve para superar nuestra inferioridad, ni para aliviar el sentimiento interno de humillación, ni para proporcionar una potencia orgástica. Sólo sirve para negar estos sentimientos. Así que por su propia naturaleza, el poder incrementa el narcisismo de la persona y refuerza su inseguridad subyacente. De muchas maneras, el poder constituye la negación de la propia humanidad.
Una cierta debilidad es parte de la condición humana. Nos necesitamos mutuamente para contrarrestar la obscuridad, para resguardarnos del frío, para dar un sentido a la existencia. Los seres humanos somos criaturas sociales. Es con los demás como encontramos la calidez, la excitación y el reto de la vida. Y sólo dentro de la comunidad humana nos atrevemos a enfrentar lo desconocido que provoca miedo.

Los narcisistas no son la excepción y también necesitan a la gente, pero no se atreven a reconocer esta necesidad.
El pedir ayuda sería como volver a abrir la herida narcisista sufrida en la infancia, cuando, débiles y dependientes, fueron usados por los padres que tenían el poder.
El poder, según el narcisista, permite que uno obtenga contacto humano sin peligro de ser usado. Con el poder, uno puede atraer a los demás. En el interior de sus mentes, se consideran superiores y creen que no necesitan a nadie.

El esfuerzo terapéutico tiene como propósito ayudar a que los pacientes se abran y acepten sus sentimientos. Eso significa que deben aprender a ceder el control. Deben aprender a dejar que sus sentimientos y sus emociones los conmuevan, incluso, a dejarse llevar por sus respuestas emocionales, de otra manera nunca conocerán la gloria del amor y la exhuberancia del gozo.
Y este es el dilema: es precisamente este miedo a dejarse llevar por el sentimiento lo que frena a los narcisistas. Les origina un miedo a la locura, contra la cual movilizarán todas sus defensas. En las mentes de estos pacientes, el perder el control de sí mismo se equipara con volverse loco.

Seducción y manipulación
Es evidente que los narcisistas necesitan el poder para inflar la imagen de sí mismos, ya que sin él se vendría abajo como un globo vacío. Pero ¿Cómo desarrolla uno tal imagen grandiosa de sí mismo? ¿Qué sucede que destruye
la inocencia del niño, y más aún, lo despoja de su yo corpóreo y lo coloca en .
la posición especial de sentirse superior?
La secuencia de eventos sigue un orden preciso. Primero viene la experiencia humillante de no tener poder. Luego el proceso de seducción, en el cual se hace que el niño se vea como alguien especial. Un elemento adicional y que comúnmente acompaña a la humillación, es el rechazo. Después de ser rechazado y humillado, es más fácil que se seduzca al niño para que esté al servicio del padre o de la madre.

¿Qué quiero decir con seducción? La palabra proviene del latín seducere, “conducir aparte”. Decimos que la gente es seducida para que abandone su fe, sus principios y su lealtad. Es el empleo de palabras y promesas falsas para conseguir que la otra persona haga lo que de otra manera no haría.
Si consideramos al hombre macho, con su manifestación exagerada de virilidad, nos damos cuenta de que está siendo seductor, aunque no lo acepte.   Cualquier hombre que depende de una imagen para atraer a la mujer, no es sexualmente potente. 
La seducción siempre es una traición. Y esta traición es más dañina en la relación padre-hijo, en la cual es básica la confianza.

El significado de ser especial
La promesa de ser considerado alguien especial es el sueñuelo que emplean los padres en su esfuerzo por moldear al hijo de acuerdo con su imagen de lo que un hijo debe ser.
Para algunos padres, un hijo debe tener éxito en el mundo, a menudo como compensación por la sensación de fracaso del progenitor.

Con demasiada frecuencia, los padres buscan en sus hijos el afecto y el apoyo que sus propios padres no les dieron y que no obtienen de sus cónyuges. Igualmente, parece que muchos padres tienen la necesidad de ser superiores a sus hijos - para compensar la inferioridad que sintieron cuando eran pequeños y por lo cual todavía sufren inconscientemente. Los padres tienden a identificarse con sus hijos y a proyectar en ellos sus anhelos y deseos insatisfechos.
Por su parte, los hijos quieren ser libres - libres para crecer de acuerdo con su propias naturalezas. Esperan que sus padres estén allí para ellos, y no lo contrario. Cuando unos y otros están planteándose exigencias, rápidamente surge una situación de conflicto.

La seducción es una táctica que se emplea cuando el ego del niño se ha desarrollado al grado en que puede entender el trato. Evidentemente, el trato consiste en que se tratará o se considerará como especial al hijo si se somete al progenitor.
El ser alguien especial colorea la imagen y la pone más allá del alcance de lo común. Sin embargo, los valores asociados con la imagen son ilusorios; no hay superioridad o fuerzas reales en una imagen. Las virtudes reales pertenecen al ser íntimo, a lo humano de la persona, no a su imagen.
La actitud caracterológica del narcisista está compuesta por sentirse especial y superior, pensarse por encima del cuerpo y desaprobar o negar el sentimiento.
La negación del sentimiento se aplica especialmente a los sentimientos sexuales. La naturaleza inferior se refiere directamente a la parte inferior del cuerpo y sus funciones. Los actos de defecar, orinar y la sexualidad adquieren el estigma de sucios. Es posible que la desaprobación tenga sus raíces en el rechazo que la madre tiene hacia su propio cuerpo y a su naturaleza animal, que luego se hace extensivo al cuerpo del niño. Pero el hecho de desaprobar un sentimiento sexual no significa que desaparezca.

LA CASTRACIÓN PSICOLÓGICA
Suprimir los sentimientos sexuales mediante la tensión crónica de la musculatura pélvica constituye realmente una castración psicológica. En otras palabras, significa la pérdida de la sensibilidad sexual en el cuerpo, especialmente en la pelvis, aunque se mantiene la sensibilidad en los genitales. Es la limitación de la respuesta orgástica.
Para volver a tener sensibilidad sexual en la pelvis, debe percibirse la tensión en esa zona y experimentar el miedo a la castración que eso representa.
El placer y la satisfacción sexual dependen de la descarga de la excitación y de la liberación de la tensión. El hombre debe rendir su erección para alcanzar el orgasmo. El énfasis en la potencia erectiva en vez de la orgástica proviene del compromiso de estar allí para la mujer. La satisfacción sexual propia se vuelve secundaria.
El narcisista utiliza el sexo como una defensa contra los sentimientos, los de necesidad de amor, el miedo al rechazo, la impotencia orgástica. Emplean el sexo como un substituto del amor y la intimidad. Tienen miedo a la intimidad, porque en ella se requiere que el yo se manifieste tal cual es. No se puede tener intimidad y a la vez ocultarse detrás de una máscara o una imagen.
En consecuencia, el sexo se vuelve un acto mecánico entre dos cuerpos, mientras que los sentimientos son provocados por alguien que sólo existe en la fantasía y hacia ese ser fantástico se dirige la respuesta afectiva.

El propósito del análisis bioenergético es lograr la plena individualidad, lo que abarca la conciencia de sí mismo, la expresión propia y la posesión de sí mismo. El estar consciente de sí mismo significa estar en completo contacto con el cuerpo, pero esto sólo es posible si la persona logra claridad respecto de las motivaciones inconscientes de la conducta. La expresión propia denota la capacidad de percibir y expresar todos los sentimientos, mientras que la posesión de sí mismo significa que uno puede controlar conscientemente dicha expresión. Toda tensión muscular crónica impide esas tres funciones. El trabajo con el cuerpo tiene como objetivo ayudar a que la persona sienta ese bloqueo, lo entienda y lo desate. Esto es un proceso continuo, ya que la liberación de la tensión ocurre gradualmente al ir aprendiendo el organismo a tolerar e integrar los niveles de excitación mayores asociados con sentimientos más intensos.

miércoles, 2 de enero de 2019

¿Qué nos hace falta? parte 11

EL EXCESIVO ÉNFASIS QUE LA SOCIEDAD PONE EN EL PODER.

Hemos visto cómo la lucha por el poder del narcisista se origina en un profundo sentimiento de humillación que sufriera en la infancia.
En el mismo grado en que la cultura occidental contemporánea fomenta el narcisismo, en ese mismo grado es una cultura cuyo motor y cuya obsesión es el poder.
La tecnología ha proporcionado al hombre moderno un sentido de poder que antes no tuvo. La pregunta es ¿De qué manera ese poder afecta la psicología y la conducta de la gente? ¿Qué papel desempeña en la génesis del narcisismo? Sería fácil decir que el poder se sube a la cabeza, infla el ego y hace que uno se vuelva narcisista. Pero no es así como se desarrolla el narcisismo. Surge de la negación del sentimiento, de la pérdida del yo y de la proyección de una imagen compensatoria. ¿De que manera el poder fomenta este proceso? Para entender eso, debemos comenzar con la observación de que el poder tiene un encanto aparentemente irresistible. Casi todos quieren poder.
La ventaja más evidente de tener poder es la recompensa material que logra la persona que lo tiene. En todos los aspectos, su nivel de vida es superior al de la persona común y corriente. Sin embargo, no es esto su característica básica.

La lucha por el poder no siempre se da entre los que tienen y los que no tienen. En la época feudal, los poderosos guerreaban con el fin de incrementar su dominio y extender su control. El poder confiere posición social. Todos somos buscadores de posición social, y lo mismo ocurre con muchos otros animales. Entre las gallinas, por ejemplo, hay un orden de picoteo. En otros términos, el poderoso obtendría la mejor comida y la mujer más hermosa. La mujer más bella encierra la promesa de un mayor placer sexual para el hombre, al igual que el hombre más fuerte y más valiente encierra una promesa similar para la mujer. Esta promesas no son falsas cuando se basan en la realidad corporal de las personas. La asociación de la posición social con el poder hizo extensiva la imagen de potencia sexual a las personas con poder.

No habría ningún problema si el poder perteneciera al individuo superior. Generalmente no es éste el caso hoy en día. Lo contrario sucede frecuentemente. El hombre que necesita y busca poder es, en la mayoría de los casos, un tanto impotente en lo sexual. El poder constituye su forma de compensar una falta de potencia sexual.
En términos generales, el grado de narcisismo es inversamente proporcional a la potencia sexual. Sin embargo, para comprender esta afirmación, nuevamente tenemos que reconocer el nexo entre la potencia sexual y el sentimiento. Para el hombre, la potencia sexual no se mide por la frecuencia de la actividad sexual o por su potencia erectiva. La actividad sexual frecuente tal vez sea compulsiva, derivada de una necesidad de reafirmarse, o tal vez sea impulsiva, derivada de la incapacidad de contener la excitación sexual. La potencia erectiva, tal vez sea una maniobra de poder. En efecto, en un lenguaje corporal, el hombre podría estar diciendo a la mujer: Ve que poderoso soy. Desafortunadamente, este interés es a costa de su propio placer y su propia satisfacción. Lo que denota es la capacidad típicamente narcisista de aprobación y admiración. En última instancia, tampoco la mujer se satisface. La verdadera potencia sexual se mide por la profundidad del amor que se sienta por la otra persona. Estos sentimientos están muy reducidos en los narcisistas.

LA RELACIÓN CON LA ENVIDIA Y LA IRA

¿Por qué los que se dedican a la búsqueda del poder nunca sienten que ya tienen suficiente? El poder puede cargar de energía a la imagen, pero no hace nada por el yo y los sentimientos. Una dedicación excesiva de energía en la lucha por el poder reduce la que se puede destinar al placer sexual. Desviado de la verdadera fuente de la potencia sexual, la persona busca más poder.

Un aspecto importante de la naturaleza del poder es la envidia que provoca en los demás. La persona envidiosa ansía desesperadamente porque se siente inferior, poco importante e impotente. Si el poder provoca envidia, genera temor y conduce a la hostilidad.
Cuando el poder es grande, es fácil que uno se vuelva paranoide. El dicho: Intranquilo es el sueño de los poderosos, encierra una sabiduría antigua. Nunca pueden estar completamente seguros de quienes son sus amigos.
La envidia no es amor. La persona con poder es temida y por ello no puede ser amada.

La emoción correlacionada con el miedo es la ira. Pero los narcisistas son tan incapaces de sentir enojo como de expresar o sentir cualquier otro sentimiento.
La ira no es lo mismo que el enojo. Aunque en un arranque de ira hay un fuerte elemento de enojo, las dos expresiones no son idénticas. La ira tiene una cualidad irracional -simplemente recordemos la frase una ira ciega. El enojo, por el contrario, es una reacción con un objetivo; se dirige a quitar una fuerza que está actuando contra la persona. Cuando se quita o nulifica la fuerza, el enojo cesa. El enojo verdadero se mantiene proporcional a la provocación; es una respuesta racional a un ataque.

Sin embargo, la ira no va de acuerdo con la provocación; es excesiva. Tampoco cede la ira cuando ya no existe la provocación; continúa hasta que sale toda. Y la ira es destructiva, en lugar de constructiva.
Es significativo que un estallido de ira narcisista se relacione estrechamente con la experiencia de frustración, de no poder salirse con la suya; en otras palabras, de sentir que no se tiene poder. Cuando la ilusión se desvanece, la ira asociada con la traición original -un insulto más significativo que ocurrió en la primera infancia y al cual uno no puede responder en ese tiempo- se manifiesta como la erupción de un volcán. Pero como no es consciente, sino ciega, es ineficiente como remedio para la herida.
La provocación actual tal vez sea intrascendente, pero esa provocación evoca en el inconsciente de la persona el recuerdo de un antiguo insulto ante el cual no pudo responder cuando ocurrió.
Como hemos visto, esta experiencia de humillación es lo que está por debajo de la búsqueda de poder del narcisista. Ellos creen que mediante el poder pueden borrar el insulto. Toda amenaza a su poder o a su imagen los hace sentir sin poder y les recuerda el miedo de sentirse humillados.